Sumar guerras para multiplicar negocios
“Y oiréis de guerras y de rumores de guerras”. Mateo 24, 6.
A ese punto hemos llegado cuando altos mandos militares europeos piden a la ciudadanía que se prepare para la guerra.
De Suecia a los Países Bajos pasando por Alemania o el Reino Unido, las advertencias a la población sobre la posibilidad de extender la guerra de Ucrania al resto del continente, y la necesidad de que nos “mentalicemos”, se suceden en boca de altos mandos militares y políticos.
Los medios de comunicación “retuercen” la voluntad de la ciudadanía al promover engañosamente una narrativa falsa de una guerra inminente, inevitable y patriótica, que permita a los poderosos, independientemente del costo en vidas y propiedades, destruir la capacidad de un país tercero para defenderse, con el fin de adquirir el control de sus recursos y otros capitales.
Aunque de la guerra solo nos salva un ataque extraterrestre que ponga en peligro al planeta y nos una contra los invasores, a mí me preocupa relativamente, ya que es muy posible que no tenga que ir porque ya no tengo edad y mi lugar pueden ocuparlo los de la democracia, los militares, los políticos, los de la mejor sanidad del mundo, los animalistas de salón, los de los derechos del colectivo LGTBI+, los veganos, los de los ERE, los expertos, los funcionarios, los del dinero digital...
Además, los nuevos españoles nos defenderán, no solo han venido a pagar las pensiones.
Pongámonos ahora en un supuesto, o mejor dos: 1) que vaya a la guerra; 2) que después de defender a la patria y la libertad, sobreviva y regrese ¿Qué panorama me encuentro?
Nada más y nada menos que feministas pelomorado llamándome asesino por ser hombre.
Colectivos del “sí es sí” gritando lo de “machete al machote”.
Funcionarios mirando para otro lado diciendo “esto no va conmigo”.
Jóvenes apuntando a que la solución está en diálogo y en más diálogo.
Ecologistas paladines del medio ambiente llamándome asesino por mi coche diésel.
Menas conflictivos robándome el móvil como mal menor.
Gobierno y administración ninguneándome con el uso y abuso de la “cita previa”.
Socialistas y peperos rentabilizando sus “negocios” inexplicables.
Vascos bilduetarras acusándome de centralista opresor porque nunca me gustaron los tiros en la nuca.
Catalanes independentistas etiquetándome como fascista porque me parecen supremacistas y abusadores.
Políticos de toda condición llamándome insolidario porque defiendo que el dinero que gano trabajando debería ser para mí y no para Hacienda.
Desfavorecidos de salón diciéndome que yo tengo que pagar más, porque gano más, mientras ellos ven la tele y se levantan de la cama a las 14 p.m.
Tenía dudas, pero ante tan lúgubres perspectivas, me voy corriendo a solicitar el ingreso en el servicio militar obligatorio y hacerme voluntario del ejército de esclavos rasos prescindibles.
¿Era ese el objetivo?
Saludos cordiales.
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