Responsabilidad
Amable lector: Cualquiera que sea tu respetable ideología, es posible que compartas conmigo que es difícil ser feliz sin respetar las virtudes humanas. De todas ellas, me parece esencialmente básica la Responsabilidad, porque las fundamenta a todas. ¿Y qué es la Responsabilidad? Como ya orienta su etimología latina “respondere”, es la obligación moral y/o jurídica de responder de algo. Supone la capacidad de compromiso propio y con otros, pues con ella asumimos como obligación, deberes, tareas y sus consecuencias. La Responsabilidad es la primera de las virtudes humanas, como la Constitución lo es de las leyes.
La Responsabilidad se asume con palabras, que son los vehículos de las ideas; y esas palabras son supervisadas y verificadas por la RAE, como la ITV vigila y controla -donde funciona, claro- la eficiencia de los automóviles.
Asumir responsabilidades es “tomarlas para sí”, auto-adjudicárselas, aceptarlas. En suma, tornar conciencia de los actos humanos para uno mismo y para los demás. También lo es la “obediencia consciente” a instrucciones recibidas de instancias superiores que maduran en la capacidad de tomar decisiones autónomas, por integración voluntaria y racional en una cadena de criterios y actividades coherentes a la consecución de los mismos fines: principios éticos, valores sociales, deberes familiares, logros profesionales...
Hay que reseñar que la Responsabilidad no implica solo el mero cumplimiento formal de lo asumido, sino el hacer las cosas bien y con clara disposición positiva. Como es evidente, la importancia del ejemplo recibido en la educación es determinante en el mantenimiento de los adecuados niveles de exigencia en la cobertura de responsabilidades; tanto en los resultados como en la preparación y seguimiento de los pasos de un proceso, que han de basarse más en la “autoritas” que en la “potestas”, y siempre en la racionalidad y en la moralidad.
La educación en la Responsabilidad ha de graduarse en la asunción progresiva de dificultades crecientes, y con las reiteraciones adecuadas. La disculpa fácil, la mentira y el escaqueo o la excusa (alegar presuntas razones para liberarse de culpas) son signos de irresponsabilidad y de falta a los compromisos adquiridos. Lo mismo puede decirse de la deformación de la semántica de las palabras (significados), y de la interpretación ridículamente inadecuada de las leyes y los procedimientos jurídicos, como hoy se está haciendo con la amnistía. Dice el refranero castellano: “Obras son amores, y no meras razones”.
Las irresponsabilidades se traducen en daños propios y a los demás, por lo que es preciso prever estos peligros y consecuencias. Así: El alumno que habla en clase no solo no atiende al profesor, sino que no deja escuchar a los demás.
Sumario: Consideraciones sobre una de las virtudes humanas esenciales tanto en el ámbito personal como social
Destacado: La Responsabilidad en el ámbito de las relaciones políticas debe ofrecerse, pero también es exigible jurídicamente en sus consecuencias y en la reparación de los daños
Hay responsabilidades personales, grupales y sociales; por ello las responsabilidades compartidas deben ser rigurosamente delimitadas previamente.
Debe también aclararse que la responsabilidad adquirida no es retrotransmisible, y que pueden contemplarse diversos grados ante “actos intencionales y casuales”. Por ello es importante la previsión y justificación rigurosa de la modificación de conductas, el análisis de posibles nuevos acontecimientos y sus consecuencias, lo que conlleva la toma de decisiones con suma ponderación, tanto considerando los intereses propios como los de los demás posibles afectados. Se aconseja para ello el pleno respeto a los criterios ajenos y a sus observaciones sobre las responsabilidades compartidas; es decir, a la variedad de alternativas posibles. En pocas palabras: estudiar el método a seguir para la más adecuada, procedente y eficaz solución que se persigue.
La Responsabilidad en el ámbito de las relaciones políticas -obviamente de amplio aspecto comunitario- debe ofrecerse, pero también es exigible jurídicamente en sus consecuencias y en la reparación de los daños, tanto al Gobierno en su gestión como a la oposición por dejadez o abandono lenitivo en la protección a los derechos de los ciudadanos. La mejor garantía de las funciones adecuadas de unos y otros está en la correcta observación de los deberes en las Cámaras parlamentarias (asistencia, dedicación, dialéctica, etc.), y en la transparente apertura a los Medios de Comunicación Social (M.C.S.) en las ruedas de prensa.
Recordando las prudentes consideraciones iniciales, y toda vez que lo evidente no necesita pruebas, hay que contemplar también el imparable disparadero de los precios, que es progresivo y no progresista, y que luego se pretende mitigar con demagógicas alzas, que producen la inflación continua, que han de pagar los de siempre. Es ya urgente encontrar al honesto y competente artillero económico, que controle ese implacable fogueo de los precios.
Salud y felicidad, con mucha paz y ciencia para todos.
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