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Crisis económica, ¿para quién?

15 de Febrero del 2009 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Pues, para el currante, el ciudadano de a pie, el «ordeñado» contribuyente, el pagano de todo cuando las cosas vienen mal dadas, demostrado en esta crisis que el Gobierno no previno a tiempo, con medidas oportunas y austeras, para paliar su azote devastador, que ya no es tal crisis –y menos aún, una ridícula «desaceleración»–, sino una feroz depresión, que nos está dejando para el arrastre. Salir de esta caótica situación económica nos va a costar sangre, sudor y lágrimas. Sobre todo, al currante.

A esta crisis económica hemos de añadir otra no menos preocupante: la política, de la que son responsables todos los partidos políticos, todos, particularmente el gobernante y el primero de la oposición –que con los líos internos que se traen, se va a ir de glúteo–, a los que parece importarles un rábano España y su futuro, y sí sus diferentes ideologías y cuanto está detrás de ellas. Nada más. Otra cosa no demuestran con el espectáculo lamentable que están dando unos y otros, enzarzados en luchas dialécticas verdaderamente agresivas, descalificaciones indignas, hasta insultantes, barriobajeras, acusaciones de enorme gravedad y toda esa verborrea denigrante que deja a nuestra clase política a la altura del betún. «Totum revolutum». Cuando tenían que formar una piña, ideologías aparte, para sacar a España de esta grave situación económica y política: unos, a gobernar mejor, más acertadamente y para todos, y otros, pues a hacer una honesta y constructiva oposición de respaldo al Ejecutivo, lo que supondría algo así como un pacto a la griega, que tan buenos resultados dio en el histórico país helénico. Ideologías y partidos, pues, en casa. El bienestar y futuro de España, por encima de todo y de todos. De toda bandería y color.

Y el Rey, a su vez, no tiene por qué limitarse a ser una mera figura decorativa. Tiene que «mojarse», conciliador, con ejemplaridad, austeridad y hechos, y no limitarse también a leer textos que otros le escriben, muy floridos y bonitos pero que quedan en eso, nada más. Y en cuanto a «tirar del carro» y de «arrimar el hombro», suena muy bien, pero es, igualmente, de una gran vaciedad, si el ejemplo no comienza por arriba, verbi gratia, por la Casa Real, el Gobierno central, gobiernos autonómicos, ayuntamientos y cuantos entes o personas maman de las ubres del Estado, cuyas arcas nutre el «fogueado» contribuyente, que es el que verdaderamente se aprieta el cinturón. Al que encima le han subido todo –agua, luz, transporte, teléfono, etcétera– con la anuencia del Gobierno.

La otra cara de la moneda, vergonzosa, la tenemos en esos gobiernos autonómicos dotándose de despachos suntuosos, coches de lujo blindados, costosos y frecuentes viajes al extranjero, creación de inútiles «embajadas» y demás parafernalia y boatos oficiales, como si España fuera Jauja, nadáramos en la abundancia y nos sobraran las perras. Y el currante, hala, en el paro o no puede llegar a fin de mes. ¡Porca miseria!

Sí, el sacar a España de este atolladero económico y político está en manos del Gobierno y de la oposición. No pueden eludir esta gran responsabilidad que el pueblo y la historia, hoy, les demandan y exigen.

Y la paz.

Ricardo Luis Arias,

Aller

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