El hambre es el mayor problema mundial

Hoy día nos admiramos por tantos inventos que se han hecho en los últimos tiempos; no obstante, no advertimos el invento más admirable que se ha dado en la historia, que según dice Mircea Eliade fue cuando el hombre descubrió que él podía dominar la siembra y el cuidado de las plantas, que le sirvieran de alimento. Con esto el hombre aprendió a alimentarse con su propio trabajo, y comenzó a asentarse fabricando su vivienda, con lo que empezó el asentamiento de los pueblos y la sociabilidad. Descubrimiento que ha sido la primera y principal causa de la evolución del hombre, y la que ha marcado los centros donde se ha desarrollado la civilización.

Esto que empezó con plena sencillez y con una organización mínima con la que se inició la sociedad ha sido la raíz para la evolución de los pueblos, y durante toda la historia la mayor y más importante industria de la que ha vivido el hombre, y la que ha ocupado a la mayor parte de la población proporcionando una alimentación abundante.

Cuando empezó la era de la industrialización, surgieron dudas de su capacidad para alimentar a toda la población que iba aumentando, y se oyeron voces como la de Thomas Malthus de que la producción de la tierra no iba a crecer al ritmo de la población, con lo que se llegaría el desastre en el desarrollo de la humanidad. En realidad, la profecía malthusiana no se ha producido, pues se está proveyendo alimentos que duplican las necesidades de la población, pero aumenta el hambre de mucha gente. Sin embargo, los herederos de Malthus siguen insistiendo en el desastre si la población sigue aumentando, y pretenden imponer ciertas orientaciones sociales que están llevando a la limitación de los nacimientos de la población y a la ruina del tradicional cultivo de la tierra, con la pérdida de puestos de trabajo en las tierras cultivables.

Tema al que se ha dado la máxima trascendencia cuando la ONU, en el año 2023, ha presentado un informe sobre la seguridad alimenticia y la nutrición en el mundo. Partiendo de que casi el 30% de la población mundial no tiene acceso a una alimentación suficiente, hablan de una situación de inseguridad nutritiva grave, en términos que entienden todos, porque gran parte de las personas en el mundo padecen hambre diariamente.

La cuestión es de una enorme gravedad hoy día en la sociedad, pero ¿dónde está el problema? ¿Cuáles son sus causas? En los últimos tiempos estamos viendo cómo por los programas de educación, todos a la Universidad aun con suspensos, y la promoción de la vida en la ciudad, están vaciando los campos y abandonando en consecuencia el trabajo de las tierras. Esto no es algo espontáneo, sino que hay una gran publicidad en este sentido, y según las consignas de los grandes organismos no se quiere volver a trabajar la tierra, pues cada día se está poniendo mayores dificultades para promover trabajadores del campo, cuando podría ser un gran arsenal de mano de obra.

Organismos internacionales, con gran publicidad, han agudizado el problema del campo al introducir la fantasía del «cambio climático». Idea oscura y nebulosa pero que sirve de palanca al dictaminar orientaciones para el tratamiento de la tierra en contra de la experiencia que ha dado la tradición de los cultivos de nuestros campos. Planteándolo como la mayor amenaza de cara al futuro, y que lleva a aconsejar que no se tenga fe en el trabajo del campo, y con ello la seguridad alimentaria. Esto supone un ambiente apropiado, para que nuestros labradores, en especial sus hijos, vayan abandonando las tierras que tradicionalmente fueron trabajadas por sus antepasados. Ahora bien, esa sugerencia que viene potenciada desde organismos internacionales, ONG y medios de comunicación, introduciendo la idea de escasez de alimentos, no es más que una cortina de humo para justificar los negocios que se están formando por grandes financieros.

Estos financieros han descubierto que la adecuada mercantilización de la alimentación puede ser el mayor negocio, y que con ello pueden adquirir los máximos beneficios a cualquier precio. Para ello han creado multinacionales que controlan toda la cadena de la industria del campo, las semillas, el cultivo, la recolección, procesado y la distribución, con lo que quedan fuera de la producción de alimentos los labradores individuales, que se ven ahogados por las grandes cadenas de distribución.

Siendo la alimentación un asunto tan importante, se está concentrando en manos de unos pocos poderosos, a los que les genera cuantiosas de ganancias. Además, queda en sus manos el control de la distribución y precio de los alimentos, y de los productos, de modo que controlan a su vez las semillas comerciales, modificadas genéticamente, que producen según el contenido que les den, así no sirven más que para una plantación, y hay que renovarlas cada año, con el beneficio que se produce para las grandes empresas abastecedoras de semillas.

En consecuencia, los agricultores que durante siglos han utilizado sus semillas no tienen derecho de propiedad intelectual sobre ellas, y no pueden, según las leyes que se han creado, resembrar, comercializar sus semillas tradicionales, se han de atener a las que comercializan las grandes empresas reconocidas. Por lo que el agricultor está dependiendo de las grandes empresas de comercialización de las semillas y los plaguicidas.

La industria de la alimentación está en manos de multinacionales, mientras gran parte de población pasa hambre.

Podemos advertir que durante la historia, a medida que iba aumentado la población y se necesitaban alimentos, empezó un desbarajuste tratando de acaparar alimentos, y siendo así un medio de explotación.

Sobre todo en estos tiempos que grandes empresas buscan los medios para acaparar la producción y comercialización de los alimentos.

Desde ese momento comenzó el asentamiento de las personas, y con ello se dieron los dos hechos que han creado la sociedad que tenemos. Por una parte, esto llevó al hombre a establecerse, fabricar su casa y formar una familia y así surgieron los pueblos; por otra parte, el disponer de una alimentación suministrada por él mismo y a medida de las necesidades que podía estimar.