La princesa del Alentejo y el serpenteante río del Emir, en Portugal
Dicen que el río Mira “riega, muele y trae peces”, cosa que también se podría atribuir a muchos otros ríos; dicen que se llama Mira porque es el “río del Emir”, ya que está muy claro que en aquellas tierras los almohades y almorávides se establecieron, las abandonaron y volvieron varias veces en una alternancia con las tropas de los reyes cristianos. Esta toponimia del Emir queda bonita y bien, pero está discutida, pues otros piensan que “mira” es “río” en alguna de las leguas celtas; de modo que en ese caso este sería el río Río.
Dicen que las tierras del Mira tienen hierro y manganeso. Y además dicen casi todos que es un río muy parado y más influido por las mareas que por su propio flujo de bajada. También, a título anécdota histórica, adquirió la fama de que sus aguas, el 7 de abril de 1924, sirvieron para despegar el vuelo del hidroavión pilotado por Brito Pais, asistido por el mecánico Gouveia, para abrir la primera ruta aérea al oriente portugués de Macao, en viaje de muchos días y peripecias, cuando ya daban por perdidos el avión y sus tripulantes.
Odemira es la población más importante de su cuenca fluvial, una bonita villa alentejana, capital del concejo que tiene la particularidad de ser el de mayor extensión territorial del país y con una amplia diversidad paisajística, muy extendida en la planicie y en menor medida en la sierra y en el mar. Odemira está localizada en un pequeño monte, como un anfiteatro, donde se disponen casas blancas orientadas hacia el río, que a partir de esta villa es navegable hasta la desembocadura en Vila Nova de Milfontes, a través de un recorrido de unos treinta kilómetros, perfecto para el paseo, el remo y el piragüismo.
Sumario: Las tierras que riega el Mira
Destacado: Es el Mira un río que se evapora mucho, pues ya se anticipa a las sequedades de África; es un río del sur
El ya tradicional puente de hierro que cruza el Mira añade encanto a la bonita perspectiva exterior de la villa y el mirador que tiene en su parte alta, con un paseo ajardinado muy agradable, permite a su vez otra serie de vistas al paisaje de los alrededores. La villa es acogedora, pero no tiene un patrimonio artístico de especial relieve. Vila Nova de Milfontes, a la que denominan ”Princesa del Alentejo”, es, por cierto, como nuestra Princesa, más guapa que la propia Odemira. Es una villa situada en el estuario del río, con muy bonitas playas, ambiente pesquero y cierto nivel de vida vacacional, que no llega, por suerte, al turismo de masas. Y junto con otras pequeñas poblaciones con playas destacables, forma parte del Parque Natural del Sudeste Alentejano y la Costa Vicentina. Se enmarcan en esta villa encantadora, una vez más, los muchos detalles de la sencilla y humilde arquitectura rural alentejana, entre la que sobresale una construcción fortificada a la entrada del río, llamada Forte da Boca, que en la actualidad está dedicada a turismo de habitación, después de haber sido siglos la defensa de los peligros que llegaban por el mar a la comarca.
Otros lugares destacados del concejo son la playa famosa de Zambujeira o la “freguesia” (“parroquia”) de São Teotónio; allí “La Herdade y la praia de Amália” nos llevan a recordar a la gran fadista, cantante de fado, Amália Rodrigues (Lisboa, 1920-1999), figura artística de primera magnitud en el mundo, que llegó al copo de la popularidad, el respeto y el cariño de los portugueses de la segunda mitad del siglo XX. Y que está ligada a estas tierras porque desde los años 60 del siglo pasado, en que adquirió esta casa de campo, pasó temporadas en ella. Está situada en la rasa cercana a un arenal que hoy los del lugar llaman “Praia de Amália”, en Brejão. Esta finca, actualmente propiedad de la Fundación Amália Rodrigues, fue arreglada y modernizada en 2012 y pasó a ser un establecimiento hotelero rural de primer nivel, dotado de piscina y otros medios de recreo al aire libre, accesible a huéspedes que quieran pasar unos días en la que fue una casa de campo de la mítica fadista.
Y volviendo a la geografía que nos ocupa, se puede decir que el Mira es un río discreto que se rodea de llanuras sembradas de cereales entre casas de tejados planos, blancas y dispersas, sin apenas poblaciones que pasen de ser una simple aldea, ya al sur del sur del Alentejo, en la frontera con el Algarve. Es el Mira un río que se evapora mucho, pues ya se anticipa a las sequedades de África. Es un río del sur. Del sur de Portugal, que a pocos kilómetros más se abre a ese paraíso que se llama Algarve.
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