El cisma del PP asturiano
Estaba cantado que, después de las enconadas luchas intestinas que se desarrollaron entre las dos facciones del PP asturiano, abiertamente enfrentadas, sin reservas, en la pugna por designar al cabeza de la lista para las próximas elecciones autonómicas, cualquier solución que se tomara desde la dirección nacional del partido sólo serviría para la confirmación del cisma que se venía gestando, pasando del estado embrionario a su forma definitiva.
La incapacidad del tándem Rajoy-Cospedal para poner orden y sentido común en las filas del avispero asturiano, cortando los iniciales conatos disidentes en el desiderátum de unos y otros y dejando que todo tendiera a la entropía total, pasará una inexorable factura a su partido. La decisión final de optar por una candidata poco conocida en el ámbito regional, insuficientemente madura para ocupar un cargo de la relevancia de la Presidencia del Principado y que, además de gran parte de las bases de su partido, no es acogida con entusiasmo por multitud de potenciales votantes, en detrimento de otro bien conocido, con carisma, capacidad y experiencia sobradas, con posibilidades reales de conseguir la mayoría necesaria para gobernar, es un error inadmisible para un futuro aspirante al Gobierno central, al que se puede calificar de tibio, timorato y poco consistente. Hace tiempo que se vienen poniendo de manifiesto, y empiezan a considerarse como un lastre, estas dudosas cualidades en quien opta a tan alta representación.
Después de tantos despropósitos, cacicadas y todo género de artes ocultas practicadas por los contendientes, en una alucinante carrera para colocar a su candidato preferido en la pole, del antiguo Partido Popular sólo quedarán algunos vestigios que, durante mucho tiempo, sólo servirán para dar testimonio de su existencia. De aquí nacen dos nuevos partidos: el gabinista, liderado por el ínclito alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, y el casquista, liderado, aunque de momento de forma virtual, por el inefable y otrora ministro del Gobierno, Francisco Álvarez-Cascos. No sería la primera vez que se presentase una escisión en el seno de este partido, pero esta puede ser de tal magnitud que existe riesgo real de quedarse en una fuerza puramente testimonial. La eufemística y patética llamada de la dirección regional a la calma, indicando que aquí no hay vencedores ni vencidos, no convencerá a nadie y será un intento evanescente en el más que difícil propósito de recuperar la concordia perdida. En cierta medida, sí que se puede considerar que no hubo vencedores ni vencidos, ya que los dos bandos resultaron fuertemente dañados y con gran parte de su arsenal irrecuperable. Eso sí lo saben bien sus adversarios políticos del PSOE, dado que, entre el desgaste de su oponente y la candidata nominada para hacerles frente se les ha despejado tanto el camino que ya han empezado a celebrar la victoria antes de llegar a la meta.
La incógnita de todo este embarullado problema se despejará, definitivamente, el mes de mayo de 2011, mes en el que la mayoría de los pájaros sacan a su prole. Veremos quién tiene un parto feliz y a quién habrá que practicarle la cesárea.
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