El humor capaz de enamorar
Pasando junto a una terraza ocupada por media docena de amigas, me llegó un trocito de su conversación en voz muy alta: "Y le dije, pero es que no se te puede hacer una broma ¿o qué?, es que te ofendes por todo...". Pensé que tenía razón, está el panorama suficientemente serio como para no aliviarlo con un poco de chispa, un poco de dulce humanidad. Es muy posible que se confunda el sentido del humor con la alegría forzada cuando llega la oportunidad el día de asueto, con o sin ganas, y que hay que aprovechar como sea, si hace falta se fuerza con unos chistes, o burlas sin gracia. Sin embargo, el sentido del humor es otra cosa; empieza con no darse demasiada importancia a uno mismo, saber sonreír en el momento preciso, y claro, tener gracia. La gracia no debe confundirse con la charlotada, o la payasada, porque cuando tiene mayor y mejor efecto es en un ambiente de amor y respeto.
La conversación, la disertación, la conferencia o el discurso puro y duro se distienden con un toque elegante de humor inteligente y cordial. Los seres humanos hemos sido dotados de la capacidad de divertirnos y divertir a otros; podemos observar la creación y maravillarnos en la noche estrellada, o en la montaña, cuando el sol se va a dormir y la luna sale a rondar, o también cuando observamos un sencillo gorrión que vive en España pero no anda en España. Cualquier cría de animal doméstico es capaz de despertarnos una sonrisa o de hacernos reír, y por supuesto, aunque ya no se llevan tanto los bebés, ¿quién se resiste a lo que nos dan -como mi nieto Enzo- si son capaces de conquistarnos la sonrisa, la risa, el corazón y el alma toda?
Eso nos ofrece la idea de un Creador con sentido del humor, de la alegría y la felicidad, que nos hizo a su imagen y semejanza. ¿Podemos recuperar un poco de ese potencial en este tiempo tan rascoso y deshumanizado? Quizá haya que volver la vista en otra dirección y dejar de ver, dejar de escuchar, dejar ya las malas compañías cuyo humor no es hermoso, sino pomposo, jactancioso, peligroso, asqueroso, y otros osos. Puede ayudarnos esta idea: "Feliz el hombre que no anda según los consejos de los malvados, que no se detiene en el camino de los pecadores, que no se sienta en el asiento de los burlones" (Salmos 1:1).
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