Se debe y se puede cambiar de paradigmas
La Tierra pertenece al futuro, pero los seres humanos que la habitan "tienen derecho a una suma compensatoria por haber sido desposeídos de su herencia natural, creando una pobreza y miseria que antes no existía" (Thomas Paine). Competimos para ganar y vencemos para dominar, alcanzamos así el poder que nos permite libertad sobre los demás. Pero hemos de cambiar de paradigmas: las grandes desigualdades no pueden ser el motor, ni la competencia puede ser la motivación. Perdido el equilibrio entre ciencia y humanismo ético, caemos en la barbarie sin poder agarrarnos a una "Economía del bien común" (Christian Felber) para hacer un "mundo más justo" que nos impida continuar por este camino, pues: "La muerte de la empatía humana es uno de los primeros y más reveladores signos de una cultura a punto de caer en la barbarie" (Hannah Arendt). No estamos logrando una productividad sostenible, ni una economía centrada en la esperanza eligiendo vida y libertad para todos los seres humanos. No le devolvemos los favores a la Tierra, ni respetamos la autoridad de la naturaleza; no defendemos una vida digna para todas las personas, ni procuramos su libertad aplicando el mandato: "Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuese su titularidad está subordinada al interés general" (artículo 128 de la Constitución Española); por lo que continuamos bajo la tiranía de la coacción derivada de la voluntad arbitraria de otro u otros siendo esclavos de la necesidad y el miedo que da la precariedad. El objeto de cambiar de paradigmas sería alcanzar un humanismo ético que permitiera:
-Lograr una ética de equidad universal en base a la cooperación con el reparto de recursos para el ser y existir de todas las personas, así como la sostenibilidad de la vida en este planeta corriendo junto a "la máquina" (IA más robots).
-Usar parte de los recursos obtenidos para incentivar a las personas en la ocupación vocacional practicada por ellas. Siempre según el interés público de dicha ocupación y los beneficios que se generen en las empresas donde las personas ejerzan tal ocupación. Se trata de incentivar a las personas que trabajan en las empresas que tengan mayores beneficios y que, al pagar sus impuestos, aporten más per cápita de empleado al Estado, o bien de un interés público.
-Garantizar la libertad individual de elección y la libre contratación entre la propia empresa individual que es toda persona con su ocupación, y la empresa colectiva en la que participa al ser contratada por ella, buscando siempre alcanzar una productividad eficaz y sostenible para el bien general. Si bien esa libertad exigiría desprenderse de parte de la misma para la consecución de los puntos anteriores y con ello el bien general.
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