Iglesia confiada
Mi fe ha progresado bastante con los años, y aunque no lo suficiente como para garantizarle a mi alma su continuidad después de la muerte, sí para proporcionarle cierta calma antes de ella. Hace ya tiempo que pedí a la Virgen de la Milagrosa lo que la ciencia me negaba para un familiar; no pudo ser pero sí al menos el poder comunicarme con ella y por ello permanezco desde entonces fiel a esa conversación en la Catedral a la que desgraciada e inevitablemente se han ido sumando más seres queridos. La sigo viendo majestuosa pero silenciosa, inmóvil, confiada cada vez más en que su impresionante fachada le bastará para animar a los jóvenes a entrar a descubrir lo mucho que muestra y ofrece en su interior. Quizá la Iglesia debiera salir más de paseo para que le sacaran menos fotos a su fachada y le hablaran más a sus Santos.
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