Crecen el reconocimiento y la aceptación de la caza social
No ha sido por casualidad, menos por una posición derivada de un ejercicio especulativo, el que la caza se encuentre viviendo una fase regresiva sobre los argumentos inventados que líderes de instituciones públicas y privadas habían arrojado sobre ella tratando de ponerle coto a su finalidad. En consecuencia, para contrarrestar este clima de fobia, la caza ha reaccionado buscando y hallado en las técnicas que se aplican a la enseñanza y educación el camino adecuado por el que transcurrir para relanzar su antaño prestigio y reputación. Al mismo tiempo que sirven de respuesta a gentes cómplices, aliados con todos los adversarios posibles del modelo social cinegético, enganchados a la bandera de la conveniencia que, sin saber de lo que están hablando, buscan distorsionar los valores clásicos que esta promueve y desarrolla.
Todo ello es motivo de concebir esperanzas en el porvenir, sabedores los cazadores de que ahora existen diversos movimientos en sus organizaciones e instituciones, que no descuidan ese proceso intensivo y extensivo de trasladar a la sociedad conceptos que no dan lugar a equívocos sobre su actividad. Contribuye a sostener este marco la existencia de indicadores que muestran una corriente de opinión pública mejor informada, que ha abandonado las firmezas expresivas de aquellos pronunciamientos de construcción retórica que tenían el propósito visible del rechazo y la obstrucción sistemática injustificable a nuestra actividad.
Afortunadamente, el frustrante absentismo informativo y de comunicación que de forma deliberada o bien por negligencia ha venido padeciendo el sector ha dejado de ser inoperante. En su lugar se ha instalado un sistema de credenciales ilustrativas, compendio de lo que realmente ocurre en el mundo de la venatoria, para que sirva de conocimiento profundo y método de evaluación objetiva de una práctica responsable, fuertemente involucrada en el servicio altruista a la sociedad.
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