A un doctor y soldado
¡Qué comida más agradable! Lugar diáfano, luminoso, bien vestido, de presencia elegante, servicio con sonrisa permanente y pericia profesional perenne. No menos de 287 personas en 37 mesas redondas arropan la presidencial que acompaña al homenajeado.
Abrazos de compañeros y amigos, que juntos trabajaron, sufrieron y también se alegraron. Nostalgias rememoradas. Burlas jocosas de tiempos vividos y añorados. Respeto, emoción y bonhomía. Hombres y mujeres que hicieron, hacen y harán, Guardia Civil. Hombres y mujeres que ejercieron, ejercen y ejercerán, Sanidad Militar. ¡Qué momento más entrañable! Al coronel jefe de la zona de la Guardia Civil de Asturias se le nota orgulloso de la respuesta de su gente. El dueño del restaurante, con quien tuve el honor de compartir mesa, estaba orgulloso de haber acogido el evento.
"Homenaje pase a reserva -situación militar- del comandante médico D. Javier Ignacio Garrido Peón".
Ese era el motivo de la reunión. No es un homenaje de "Adiós", porque se queda en disponibilidad de incorporación inmediata si el servicio lo requiere. Es un homenaje de agradecimiento por atenciones prestadas más allá del deber, por disponibilidades presentes sin obligación, y por la seguridad de que siempre estará en las necesidades que se presenten.
Médico de enfermos todos sin graduación o todos con la de generales. Médico de diagnóstico rápido, acertado y además inteligible. Médico de cuya consulta, entrando con miedo, salías aliviado; si eras hipocondriaco, te recetaba "placebo" que hasta el siguiente ataque te curaba. De todos los pacientes era primero amigo, luego doctor y comandante solo en eventos y disciplinas militares.
En caso necesario, te desviaba a amigos del gremio para que te atendiesen por amistad. Algún doctor comentó -Dr. Maestro- que Javier les dejaba bajar del avión, pero con el compromiso de ver al paciente antes de compensar el "jet lag".
Doctor en estrés permanente por carecer de momento para controlarlo. Para ahorrar tiempo dormía de pie, como los caballos; él tenía el aguante del asturcón. Hoy atendía Guardia Civil de Asturias. Mañana también el Regimiento. Otro los guardias civiles de Galicia. Sin descartar tres meses a la Academia de Tráfico de Mérida. Y para cambiar de aires, misión militar a Afganistán, donde para defenderse -no de talibanes, sino del frío- agujeraba la tierra y se metía en el pozo. Cumplía con el deber de soldado para salvar vidas y curar heridas con el saber de doctor médico.
Habló el coronel. También Sanidad Militar y Psicología: escuchamos al doctor al que no dejabas pasar el "jet lag". Hablaste tú, pero no pudiste terminar, porque, cuando dijiste aquello de: "Por afecto yo también soy guardia civil", todos los presentes, puestos espontáneamente en pie, empezaron aplaudir sin intuirse el fin.
Mi comandante, Sr. doctor, amigo "Javi": contigo el Ejército está en deuda, la Guardia Civil continuará endeudándose y nosotros queremos seguir teniéndote.
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