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El estigma de la depresión

29 de Febrero del 2024 - Conchi Basilio (Gijón)

Según la Real Academia Española, la palabra estigma proviene del latín "stigma": marca o señal. En medicina, el término estigma se ha empleado para indicar que ciertos diagnósticos despiertan prejuicios contra las personas que los padecen.

De la palabra estigma deriva el verbo estigmatizar, con lo cual, cuando se estigmatiza a una persona, se le atribuyen características de forma excesiva e inadecuada, llenas de asociaciones negativas; por tanto, se la trata de forma distinta e injusta, lo cual conduce a la discriminación, haciendo el trato desigual y restrictivo, pudiendo llegar a extremos incalculables de exclusión.

Como ejemplo, algunos doctores, a día de hoy, al abrir un historial y leer la palabra "depresión", estigmatizan al paciente en cuestión; aunque la consulta pertinente trate de otras cuestiones, para ellos todo es producto de la depresión. Una gran mayoría de los mortales también considera que la depresión es un trastorno mental, cuando casi todos, en algún momento de la vida, pueden llegar a sufrirla.

Hay que hacer mención de que una depresión puede ser endógena o exógena. La distinción es muy sencilla: la endógena puede ser por causas hereditarias, por sustancias, etc.; la exógena se produce por hechos traumáticos que pueden ocurrir a lo largo de toda una vida, como la muerte de un ser muy querido, un divorcio muy complicado, sufrir malos tratos, tanto físicos como psicológicos, que la propia familia le excluya de su entorno, que no le apoye en nada, sufrir acoso continuado en el trabajo pero tener que callárselo todo para su interior porque no tiene ayuda de nadie y solo le queda seguir aguantando, como si no pasara nada; todo ello, sumado a las malas conclusiones que suele sacar el mundo que le rodea, tarde o temprano suele romper, y es cuando sobreviene una depresión, que nadie está libre de ella.

A pesar de los muchos logros durante el siglo pasado por reducir el estigma, la discriminación y los tabúes contra las personas que sufren depresión, es lo que aún más perdura con diferencia; la mayoría de las personas tienden a catalogar lo emocional como lo disruptivo y lo opuesto al pensamiento.

En pleno siglo XXI, la depresión ha alcanzado cuotas alarmantes, sobre todo después de la pandemia y en su mayoría en jóvenes.

Según un estudio del año 2007 sobre estas discriminaciones, el 79% ocurrieron hacia los pacientes. En algunas ocasiones, los síntomas son mal interpretados como origen de depresión, especialmente en personas que han pasado por diversos hechos traumáticos y que a su vez han sido pasto de las lenguas de personas allegadas; todo esto puede generar una barrera en muchos aspectos de la vida.

El estigma no solo se da entre las personas, sino también en instituciones y muchos más apartados. A día de hoy, la depresión está presente en un 53% de la población y considerada como la enfermedad del siglo XXI. Siempre se presupone que una persona que pasa por una depresión es por el resultado de una debilidad de la personalidad o debilidad de carácter: nada más erróneo.

Se ha comprobado, no hace mucho, que la cantidad de personas diagnosticadas con depresión que no tienen depresión supera la cantidad de personas con depresión que no están diagnosticadas.

Lo más importante es saber con certeza cuál es el origen y la raíz del problema; a partir de ese momento, mantenerse siempre positivo, no bajar en ningún momento la autoestima, seguir hacia delante, mentalizarse de que sí se puede y que todo tiene solución, menos la muerte.

Distinto sería si te dejas vencer por la apatía, si te retraes o te victimizas; a la vida hay que hacerle frente con mucho optimismo, con esperanza, y, sobre todo, pensar que, de una forma u otra, todo tiene solución, pero nunca dejarse vencer por nada ni por nadie, mucho menos por lo que hablan o dicen los demás cuando no tienen ni tan siquiera información de la verdad.

También se ha constatado la persistencia de prejuicios entre los profesionales de la medicina hacia la depresión.

Tener depresión exógena es algo pasajero si se trata adecuadamente, pero en ningún caso es una enfermedad mental grave, solo ocasionada por hechos traumáticos que han sucedido en la vida de la persona en cuestión. Quien esté libre de culpa, que se ponga en sus zapatos y que intente caminar; cuando tropiece y se hunda, que se levante de nuevo si puede.

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