Palmero oficial remunerado
Siempre me he cuestionado mi futuro. Podría seguir los pasos de mis padres; podría aprender el camino de alguno de mis familiares, abogados, economistas, educadores...
Estaría bien, encontraría facilidades, seguramente aseguraría el futuro, pero... ¿estaría llevando a cabo mi proyecto de vida?
He pensado, también, estudiar Políticas, la organización democrática de la sociedad, los estamentos políticos según los partidos, pero siempre me ha gustado la independencia, la libertad, mis criterios y mis convicciones.
Puedo aceptar que un Gobierno tenga la responsabilidad de promover los proyectos legislativos y de promover el desarrollo educativo e industrial, bases de la mejora de un país en todos sus aspectos, y yo lo acepto.
Repito la palabra promover porque eso es democracia, lo contrario sería dictar, promulgar.
Lo que creo que está olvidando el Gobierno es que promover siempre debe ser completado con el aprobar, misión esta asignada al Parlamento, a sus diputados y a sus senadores.
Viendo que últimamente don Pedro Sánchez y sus ministros prácticamente se dedican a legislar mediante normativas que aten y sujeten al contrario, he tomado la decisión de pensar (para tomar una decisión acorde) en intentar llegar a diputado o, por lo menos, senador, pues la única exigencia que llevan consigo es ser palmero a disposición del Presidente y de sus más cercanos colaboradores de testuz inclinada, como "pobres que tienen más coplas que ollas, y más refranes que panes", pero su Presidente les asegura ingresos, beneficios futuros, mejoras sociales y poder, mucho poder....
Creo, sinceramente, que esto será un buen proyecto, fácil de conseguir. Lo tengo decidido: ser... palmero.
Al principio dará un poco de vergüenza, pero después entenderé que sienta bien palmear antes y después de comer.
Decidido, seré palmero, venderé mi alma al diablo, mi conciencia al pagador y mi honradez provinciana la pasaré por el "arco de triunfo".
Esto es una descripción de lo que los españoles estamos viendo en el Parlamento de la nación.... ¡Que venga Europa y lo tumbe!, mientras... a vivir un cuatrienio fructífero.
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