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Reclamando mucho, previendo poco

5 de Marzo del 2024 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Retorné de Barcelona en 1981, donde era normal: compañerismo, ambición y colaboración. Enseguida me di cuenta que había caído en un pozo donde la gente no picaba para salir de él, sino para hacerlo más profundo. Nadie exigía a los empresarios un emprendimiento responsable, y no se logró colaboración para ello, cuando, precisamente, se tenía una posición industrial importante que podía abrirse a un futuro prometedor. Hunosa y Ensidesa tenían en el PSOE (mayormente gobernante) dos grandes grupos enfrentados que dejaban a Asturias cautiva de sus cuitas e intereses. Intereses que consistían en ir en el machito de prejubilarse y amortizar el puesto de trabajo mientras se tenía a los hijos desempleados o estudiando en la Universidad para irse fuera. En aquella Ensidesa, todo lo que se movía lo movía la tecnología oleohidráulica: como es normal en toda fabricación. En La Vega y en Trubia, tenían bastante “saber hacer” como para haberse diversificado hacia la fabricación de tecnología y componentes oleohidráulicos; pero no solo no se hizo, sino que perdimos las delegaciones y representaciones de oleohidráulica que teníamos. Esto podría habérsele ocurrido a algún loco, pero de tanto cuerdo que había no se le ocurrió a nadie. Así que no fabricamos componentes oleohidráulicos para equipar carros de combate o construir maquinaria de obras públicas, agrícola o forestal. Muchos países tienen su propia tecnología oleohidráulica de calidad: España no y Asturias perdió la ocasión. Mientras Polonia tenía sus minas de carbón totalmente automatizadas con oleohidráulica; aquí, cuando quisimos mecanizar algo, trajimos la maquinaria junto a su personal de polacos y checos. Que yo sepa, a pesar de fabricar acero y tener infinidad de martillos neumáticos picando en las minas, nunca tuvimos fabricantes de barrenas. Ahora, 2024, siderúrgicos y aceristas quieren nacionalizar Arcelor porque no fueron previsores como sus colegas suecos. Ni siquiera se dieron cuenta hace más de treinta años de que, mientras ellos apostaban por una acería LD, los vascos apostaban por un horno de acero de arco eléctrico más factible para aceros especiales que dan valor añadido y riqueza si luego se fabrican incluso barrenas. El único valor añadido que se buscó aquí fue el pelotazo urbanístico. Me pregunto si quien pagó y construyó las playas de El Arbeyal y Poniente sería algún propietario de terrenos entre ambas buscando el valor añadido de edificios residenciales. En Oviedo, la fábrica de La Vega se incorporará a la ciudad, y, en Gijón, de aquella Juliana Constructora se acabó haciendo cargo Armón para construir ligeros barcos de aluminio por su rentabilidad energética. Aunque... ¿hasta cuándo? Pues dejamos de fabricar aluminio sin nacionalizarlo. Pero eso sí, reclamamos nacionalizar el acero, porque se nos lo debe por nuestra historia revolucionaria del carbón y del acero que tanto bien trajo a Asturias y España.

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