Jamás jamón jamarás...
Este encabezamiento podría servirle al profesor de Geografía de un instituto de La Línea de la Concepción, don José Reyes Fernández, que explicaba en clase que el clima frío y seco de la sierra granadina es bueno para la curación de los jamones de Trévelez, y un estudiante árabe que forma parte del alumnado le pidió que no mencionara el cerdo ya que por su fe no podía comerlo. El docente alucinó, pues no le dijo que debiera de probarlo. Mas el muchacho se marchó ofendido. Y posteriormente sus padres, que deben ser muy comprensivos, presentaron denuncia judicial contra el profesor.
Bueno, si las leyes del Corán impiden comer productos del cerdo a los mahometanos, pues qué le vamos a hacer, pero que un colegial musulmán en una clase de treinta alumnos él es el único extranjero que reclame que no se puede hablar del cerdo y sus propiedades como alimento a un profesor español, en un colegio español y aquí en España, me parece un tanto excesivo.
Cuando nombrar el jamón ofende, es tiempo de al menos replantearse la tolerancia con la estupidez que demostramos en algunas ocasiones en este país nuestro de cada día. Por otra parte, ¿a esto hemos llegado con la tan cacareada Alianza de Civilizaciones?
Relata la tradición que hubo una época en la que a los maestros (cuando vulgarmente se decía: «Pasas más hambre que un maestro de escuela») se les regalaban jamones como agradecimiento por aprobar a escolares con pocas luces. Y si a algún educador no le parecía suficiente el regalo, algún atrevido –que siempre los había–, cuando el paisano le llevaba el pernil, a cara descubierta con cierto retintín le largaba: «¿Señor, el cerdo era cojo?». Y así, dejándose caer, casi reclamaba la segunda unidad. ¡Qué diferencia con los estudiantes musulmanes de hoy que no permiten siquiera mentar al cerdo!
De seguir así la cosa, en cualquier momento un profesor de Biología, con un estudiante celíaco en clase, puede ser llevado al Juzgado porque disertó repetidamente sobre el gluten. Pues en el caso reciente de La Línea de la Concepción la memez siguió su curso y el profesor de Geografía, señor Reyes, por culpa de la denuncia ha tenido que declarar ante la Policía.
Puede decirse que complicamos aún más la ingente labor que tienen asignada hoy los educadores.
No debemos olvidar, asimismo, que ante el colectivo musulmán tan amplio que reside en nuestro país pueden ponerse en guardia los vendedores de Jabugo, pues si seguimos en esa línea podrán ser denunciados por vender jamones de marrano. ¡Qué país!
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