La Constitución, viendo lo que pasa, parece papel mojado
Cuando uno ve y escucha últimamente a los políticos utilizar la Constitución como si se tratara de una pelota de pimpón o de arma arrojadiza para cubrir sus lagunas de ocurrencias y recursos en defensa de sus tesis frente a sus adversarios, piensa que les bastaría con leer su disposición final, donde en su párrafo final dice: "Mando a todos los españoles, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta Constitución como norma fundamental del Estado". (Lo decía el entonces Rey, don Juan Carlos I).
Yo, que sé menos de leyes que un burro de matemáticas, de vez en cuando me da por ojear alguno de sus artículos y, como ya me sobran años y me falta salud, pregunto: si todos estamos obligados a cumplir la Constitución, ¿por qué la Seguridad Social no se pone las pilas y, haciendo caso al artículo 43 de la misma, donde se habla "del derecho a la protección de la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios", nos libra de una vez por todas de esas calamitosas y a veces nefastas listas de espera? Acudir hoy a la sanidad pública es armarse de infinita paciencia. En cuanto el médico de familia te desvía a especialidades, ¡apaga y vámonos! Te puedes morir de tu dolencia, pero también te puedes morir antes, de impotencia, rabia y asco, a la espera, primero, de la llegada de la citación con fecha de consulta y, después, meses y más meses, obedeciendo y respetando la fecha de citación, pensando que quizá, por viejo, ya no figuras en la base de datos de la Seguridad Social. Que, tal como va todo, ¿quién sabe?
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