La revolución de Rodrigo Cuevas en Avilés
Ovetense de nacimiento, piloñés de adopción y avilesino de corazón. Así lo demostró Rodrigo Cuevas en el Niemeyer, donde cosechó risas, llantos, aplausos y mucha folixa. Humor, transgresión, sensualidad, protesta social, reivindicación de derechos y, sobre todo, espectáculo.
El sex symbol gay de Vegarrionda se metió al público en el bolsillo desde el minuto uno. Deslumbró con su abanico, su collar de flecos dorado, pantalón y chaquetilla negra, blusa transparente y cinturón rojo, vestuario "Made by Kös". Gracia y salero con madreñes, pandereta y castañueles.
Para más inri, desveló que su madre nació en Llaranes y que su abuelo trabajó en Ensidesa. Y, por si fuera poco, para demostrar que jugaba en casa, explicó que dos de sus músicos nacieron en Las Vegas y residen en Avilés. El público lo vitoreaba mientras escuchaba sus mensajes irreverentes. Rodrigo transmite lo que piensa, con razonamientos inteligentes y sin filtros, con humor y naturalidad: "Los heteros tienen ese defectillo que todavía se casan por la Iglesia. Aquí pa toos o pa nadie", reseñó, y al instante preguntó: "¿Tais ya calientes?", y continuó el juego con sus "temazos" y su provocación, lo que él denomina una "discordia amigable".
"¿Trajisteis la petaca?", preguntó a un público entregado que vibraba con el estandarte de la movida asturiana. Entonces enseñó un brindis "pa evitar el cursi chin chin. Os propongo: 'Licor de hierbas, sano alimento, qué haces ahí fuera: venga pa dentro'", sentenció. Aunque seguro que el artista desconoce que "chin chin" en japonés significa miembro viril masculino pequeñito... Siguió con bromas para salir bien en la foto: "Patata me aprieta la faja". Y entonces comenzó a entonar "Casares", que volvió loco a sus fans. El auditorio niemeyesco se convirtió en una auténtica romería. Todos bailando.
Me sorprendió cuando mencionó: "Soy un enamorado de Sanabria". Resulta que en dicha comarca zamorana se localiza el desenlace de la novela "El testamento del gallo", escrita por Alfredo Muñiz, disponible en Amazon y que encaja con la estética del divo asturiano.
"Vamos facelo un poco peor que el sábado", siguió bromeando en la primera función en el Niemeyer. Y llegó a otro de sus grandes éxitos: "Más animal". El vídeo es espectacular.
"En el colegio me llamaban maricón", con este mensaje denunció el bullying escolar; se acordó de motes infantiles: "Cuatro ojos, tortillera, empollón, gordo, bollera, maricón...".
"La profe de Inglés nunca me dijo: 'Don't worry. School is just one moment in your life...'".
Rememoró las playas de Avilés, enfatizando que Avilés no tiene playa. Se escuchó con música de fondo: "Xagó, Salinas, Santa María y Verdicio" ... "Neña, qué guapa yes...". "Ya parecéis de viernes...", "se va a cagar la perra", animaba revolucionando a sus fans.
Anuncia que la juerga se termina, se apaga el escenario y pregunta: "¿Queréis otra?". "Otres tres", respondió el auditorio.
Tras una pausa, apareció radiante con un despampanante traje rojo pasión "Made by Kös". Modelazo con alma de Beyoncé, espíritu de Freddie Mercury y acento asturiano. Puro espectáculo.
En ese instante mágico del divo, en la pantalla de cine se proyecta el vídeo de "Rambalín", un icono gay transformista asesinado en Cimadevilla en la época franquista. Los aplausos fueron apoteósicos. El auditorio parecía la ópera del Campoamor escuchando a Pavarotti.
En el fin de fiesta sonó "Woman del Callao", de Juan Luis Guerra, con ritmo caribeño, creada originalmente en el género calipso. En el escenario se marcaron pasos de salsa.
Los músicos, el coro y el público llegaron al éxtasis de la velada. El Niemeyer en pie bailando y aplaudiendo a Rodrigo, a sus músicos: Rubén Bada, Mapi Quintana, Tito Cuesta y Juanjo Díaz, acompañados de los bailarines y del Coro Joven de Xixón, una agrupación de unas 40 voces.
Concluyó el show con "Romería", el público gozando en un baile colectivo. Unas dos horas de actuación, aunque en el programa ofrecen 75 minutos.
Con ganas de más folixa "cuevera".
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