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Putin el Africano

15 de Marzo del 2024 - Alfredo José Leonard y Lamuño de Cuetos

La Unión Europea está amenazada. ¡Europa está en peligro! Cuando hoy día en los medios de comunicación vemos, escuchamos y leemos estas proclamas que lanzan nuestros políticos (sean del signo que sean), a todos nos viene a la cabeza la imagen de Rusia y su invasión (hace ya dos años) de Ucrania.

Al escuchar, ver o leer los comentarios de los líderes europeos (semana tras semana) haciendo hincapié en el serio riesgo que corremos la Europa Occidental y democrática, todos llegamos a la conclusión del grave peligro que supone la Rusia de Putin.

Ucrania es importante para la Unión Europea, y, sin lugar a dudas, la guerra en dicha nación es un elemento desestabilizador; pero mientras Europa entera, y la OTAN, estamos pendientes de nuestra frontera este, estamos dejando desamparada la frontera sur.

El sur de Europa, África, un continente inmenso, ¡cuna de la humanidad!, riquísimo, donde habita una séptima parte de la población mundial (es decir, casi deshabitado) e inmerso en mil problemas sin solución cercana.

Un continente dividido en cincuenta y cuatro naciones que, seamos sinceros, no es que guarden de las potencias europeas (sus antiguas metrópolis) un grato recuerdo, ni que tampoco nos profesen especial cariño. Un continente en el que, en especial, en la desestabilizada región del Sahel, el islamismo radical avanza imparable.

El Sahel, esa inmensa franja de terreno que se extiende desde el Atlántico hasta el mar Rojo, y desde el desierto del Sahara hasta las fronteras del África Tropical. Esa región que atraviesa Mauritania, Senegal, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía (casi nada). El Sahel, a solo 1.800 kilómetros de Europa.

De todos esos países, actualmente Burkina Faso, Mali, Níger y Sudán (podemos añadir también a Guinea-Conakry) están regidos por juntas militares surgidas tras golpes de Estado a gobiernos proeuropeos.

El caso más significativo ha sido la retirada de las tropas francesas desplegadas para combatir a los grupos terroristas islámicos en Mali, Burkina Faso y, recientemente, Níger, a petición de los gobiernos de dichos países, poniendo en cuestión misiones internacionales de seguridad en la región como son la EUTM-Mali, GAR-Si Sahel (ambas con participación española) o la Barkhane (liderada por Francia).

Sumario: Sobre el grave peligro que supone la presencia de Rusia en África

Destacado: Para Rusia, África es clave para el acceso a recursos naturales, materias primas y sus beneficios derivados, habiendo firmado acuerdos de explotación con unos veinte países africanos

¿Y quién está ocupando el hueco que deja Francia, y, por ende, la Unión Europea? Pues nuestro vecino del este, Rusia.

Desde el año 2014 (recordemos que en ese año Rusia comenzó su obsesión con Ucrania al anexionar Crimea) el Kremlin aumentó el crecimiento de las exportaciones a países en el norte de África y especialmente en el África subsahariana. Desde el año 2015 Rusia ha firmado diecinueve acuerdos de colaboración militar con las autoridades africanas, en especial con la República Centroafricana, Sudán y Madagascar, países a los que Moscú también ha venido financiando.

Pero la presencia rusa también ha aumentado en los países africanos de la llamada Cuenca Mediterránea, sobre todo en el mercado de suministros de grano, específicamente en Argelia, Marruecos y Libia; siendo también el principal proveedor de trigo de países como Egipto.

Para Rusia, África es clave para el acceso a recursos naturales, materias primas y sus beneficios derivados, habiendo firmado acuerdos de explotación con unos veinte países africanos.

Aparte, en los últimos meses hemos visto cómo, en especial en la región del Sahel, Rusia ha penetrado profundamente en el sector de la seguridad, con la firma de varios acuerdos de asesoramiento militar y el envío a la región de los mercenarios del llamado Grupo Wagner (fundado por el fallecido Progozhin, tras la más que sospechosa intentona golpista del pasado año).

Tras consolidar su posición en Mali, donde los mercenarios de Wagner fueron decisivos para (la no confirmada oficialmente) reconquista de Kidal por parte del Ejército nacional frente a los rebeldes tuaregs en noviembre del pasado año, Moscú se ha desplegado en Burkina Faso y en Níger para convertirse en el aliado militar necesario. Para ello, el Kremlin ha creado una nueva estructura militar, dependiente del Ministerio de Defensa y denominada Africa Corps (en lugar de Grupo Wagner); como dice el dicho, “renovarse o morir”.

Muy significativa ha sido la visita a Rusia esta semana del ministro de Exteriores de Mali, Abdoulaye Diop, quien en la reunión que mantuvo el día 28 con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, declaró que “Rusia cumple con sus promesas de ayuda humanitaria a los países de África, algo que agradece Mali”.

Resumiendo, Rusia da a África lo que África quiere, dinero barato (con una deuda irrisoria), grano (es decir, alimento) y ayuda militar.

Es decir, Rusia lleva penetrando en África desde hace una década, y en este tiempo se ha convertido en la potencia a la que miran la mayoría de los gobiernos del continente. Una nación que cuenta además con la ventaja de no haber sido una potencia colonial en el mismo.

Si al que fuera cónsul de la República de Roma Publio Cornelio Escipión, por conquistar Cartago, el Senado romano le concedió el nombre de “Africano”, a Putin, que en una década ha posicionado a Rusia en veinte de las cincuenta y cuatro naciones del continente, no me extrañaría que la Duma, y sus acólitos y seguidores, le concediese el nombre de Putin el Africano.

Ucrania, y la frontera este de la Unión Europea, sin lugar a dudas, es un punto importante para nuestra seguridad, pero no por ello debemos olvidar la olvidada frontera sur, África, y en especial el Sahel, donde los grupos terroristas islamistas campan a sus anchas y el Kremlin está desembarcando sus efectivos. Esperemos que nuestros gobiernos se den cuenta a tiempo de la espada de Damocles que esto supone, antes de que sea tarde.

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