Una mujer camina cansada
Hoy escribo sobre el 8M. Este escrito va para todas las mujeres en general y especialmente para las madres que tenemos hijos/as con DC, como a mí me gusta decir.
Todas las mujeres deberíamos celebrar los 365 días del año.
Y las que tenemos hijos dependientes, multiplicado por dos.
Somos cuidadoras a tiempo completo, pero nadie nos echa cuenta; trabajamos todos los días del año sin descanso ni tregua, pero nuestro trabajo no está remunerado, tal vez atender a nuestros hijos, a los ojos de los políticos, no tiene valor alguno, y hacen como si no existen.
Retomando el hilo, este escrito lo hice para leerlo en el teatro El Llar con motivo de la celebración del Día de la Mujer.
El título es: "Una mujer camina cansada. Madre que arrastra los pies en su torpe caminar".
Con motivo de la celebración del Día de la Mujer os voy a hablar de esas madres (entre las que me incluyo) que tienen hijos/as que nunca abandonarán el nido porque no tienen alas para volar.
NO, NO TIENEN ALAS...
Y no es que nacieran sin ellas,
lo que ocurre es que su discapacidad,
y la intolerancia de la sociedad,
no les permite volar.
Pensad en esas madres agotadas de tanto luchar.
Ellas son cuidadoras y cuidadores...
Y ocurre que se hacen mayores
y ya no pueden más.
¡Qué angustia!
¡Cuánta incertidumbre!
"¿Quién va a cuidar a mi hijo?"
¿Quién se ocupará de su bienestar?
Pienso que los políticos,
de otros menesteres pendientes,
ni cuenta les van a echar.
Al cabo... ¿qué aportan las personas dependientes a la sociedad?
Con los años comencé a desconfiar.
¡Ojalá me equivoque y solamente sean de esas cosas que te corroen la mente cuando me veo tan mayor ya!
Quiero pensar que no todo es maldad y que siempre habrá quien se ocupe y preocupe de su bienestar.
Una mujer que de todo ha vivido,
que siente que el invierno de esa vida a la vuelta de la esquina está...
Con los deberes hechos y cumplidos solo quiere descansar.
Sus pasos lentos y torpes denotan mucha fragilidad...
Hace tantos años que está en el mundo que a veces parece que solo querría acostarse...
y no despertar.
Tantos años y tantas pérdidas...
Todas duelen, pero la de un hijo mucho más
¡A nada se puede comparar!
Por él se levantaba cada día
Por él luchó lo habido y por haber
Por el aguantó tempestades, obstáculos, caídas...
Por él se levantaba después de caer.
Por él no tiró la toalla cuando no podía más, siempre con una sonrisa en la batalla
aunque el enfado por las injusticias alguna vez pudiera asomar.
Su mayor preocupación era el futuro de su hijo, cuando por ley de vida,
y por cruel que sea esa herida,
solo tenga que quedar.
Muchas veces pidió en silencio lo que en voz alta no quería contar.
Yo no juzgo, yo no sentencio:
Pero era monstruoso ese pensar.
Hoy camina con pasos lentos y torpes, de regreso del camposanto.
Allí dejó a lo que más quiere.
Perdida entre compulsivos llantos y solo pide reunirse con él lejos de la vida y sus espantos.
Ya no tiene por quién se levantar.
No tiene por quién luchar.
Ni obstáculos ni tormentas que combatir ni enfrentar.
El futuro no le preocupa a su hijo, nadie le puede dañar.
Vista la falta de valores,
vista la falta de humanidad...
Hoy, esa madre se siente aliviada,
tan solo pide reunirse con su hijo en eso que llaman eternidad.
Sus pasos lentos y torpes hoy lo son más,
no tiene prisa por llegar a casa ni a ningún otro lugar... él ya no está...
Ya no hay obstáculos que salvar,
ni nadie por quien luchar.
Mientras arrastra los pies,
solo piensa en acostarse y no despertar.
Ella sabe que es la única manera de encontrarse con lo que más quiere en el más allá.
Señores políticos, den alas nuevas a quien no puede volar,
aunque su vuelo sea más corto que el de los demás...
¡Ellos disfrutarán esos momentos
y se sentirán libres de su discapacidad!
Esa discapacidad castradora
que les ha quitado la oportunidad
de ser uno más en la sociedad.
Una madre mayor, llámese Paula, Rosi, Geli o Pilar,
camina arrastrando los pies de regreso del cementerio,
allí dejó a lo que más quiere
y solo pide reunirse con él
a la mayor brevedad.
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