Encomio de Rosa María Cid
El martes 12 de marzo fui a Gijón a una conferencia sobre Livia, la esposa del emperador Augusto, impartida por Rosa María Cid, una profesora muy buena porque es persona tenaz en todo lo que hace a su vocación, devenida en trabajo y sustento; añádanse su templanza y refinamiento -su talante clínico- en segregar, de la sustancia histórica, los tejidos más representativos para intentar su comprensión cabal.
De formación y compromiso marxista, y volcada desde hace décadas en la proyección de la perspectiva de género, su obra resplandece con destello bruñido y pasión gélida de instrumental quirúrgico que hace sentirnos en las buenas manos de la asepsia y la praxis más contrastadas.
Mientras avanzaba en su intervención, me abismaba en el pensamiento de su itinerario científico; lo diremos así, porque su discurso descansa en la confianza depositada en el respeto dialéctico, no servil, a las leyes de la causalidad y en los métodos que las formalizan. Ella se ha abierto camino en la vida mediante el saber, y lo ha hecho como cualquier grupo humano y minúsculo de la Antigüedad -objeto de sus estudios- podría levantar un imperio transoceánico; a saber, abatiendo todos los cercos concéntricos que salieran al paso -reales o interiorizados- y, como tocada de gracia, mediante el puro crecimiento y el calor de ánimo que, desprendido de toda fricción exitosa de combate, no siempre se sabe captar ni canalizar.
Ora la vemos en Gijón divulgando su trabajo al amor de los suyos, ora en el exterior más circunspecto confrontándose a sus colegas internacionales en una lengua que no es la suya y oficiando como voz de prestigio en el campo de la Historia Antigua.
Emociona inferir que se han cumplido con largueza sus sueños centrales de infancia, que ese núcleo primigenio de palpitación ilusionada no se ha apagado y que ha vencido con belleza -conceptual, sintética- la pigricia, la ofuscación, el desánimo... influjos todos ellos que, a modo de luna maléfica, lastran la vida de muchas mujeres, aun disponiendo en la esfera de lo contingente de todos los aprestos para aspirar a la "igualdad de oportunidades".
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