La Nueva España » Cartas de los lectores » Horror en el geriátrico

Horror en el geriátrico

15 de Marzo del 2024 - María Rosa Fernández García (Castrillón)

Tengo 72 años. He sido una mujer trabajadora e independiente, aún lo soy. Últimamente, he reflexionado sobre el hecho, casi inevitable, de acabar mis días dependiendo de otros para seguir en pie.

Una cosa es oír acerca de, otra distinta, vivirlo en primera persona.

A primeros de octubre de 2023, ingresa en un centro geriátrico de Asturias un familiar cercano por motivos de causa mayor. Es una mujer de 91 años. En ese momento necesita ayuda para caminar, asearse, levantarse y acostarse, pero come sola y se relaciona perfectamente. Está bastante triste por el cambio.

A los diez días de estar ingresada se cae. Nadie comunica a la familia la incidencia. Es el hijo quien la ve al día siguiente, cuando va a visitarla. Mano derecha con hematoma y edema importantes. Fuerte dolor. No se le puede tocar. Le dicen que ya el doctor recetó una pomada. A partir de este momento, ya no puede comer sola. Son 91 años y con la mano izquierda no se arregla.

A primeros de diciembre, segunda caída. Más de lo anterior. Esta vez el hijo exige una radiografía. No es profesional de la medicina, pero nada más verla se da cuenta de que el brazo no está bien. Resultado: mano izquierda rota, gran hematoma en mandíbula inferior. Le escayolan el brazo por completo.

Entendemos que la levantaron del suelo. Ahí se acabó toda la atención que recibió. Pienso en las horas de dolor. ¿Es posible que no se hiciese absolutamente nada para aliviarlo?

Después de este episodio, todo retroceso. En un mes, cuatro ingresos en el hospital. ¿Los diagnósticos? Dificultad respiratoria, broncoaspiración, fiebre... y un denominador común: siempre llegó con deshidratación. Recordemos que tiene las dos manos impedidas por las sucesivas caídas.

Los informes de alta del hospital recomiendan darle la dieta con paciencia y procurar que beba con frecuencia para evitar la deshidratación. Asimismo, y siempre que sea posible, evitar derivaciones e ingresos al hospital, dado que los mismos empeoran la confusión.

La hija solicitó en repetidas ocasiones ver al médico del geriátrico personalmente. Nunca pudo. Solo consiguió hablar con él telefónicamente dos veces. En la primera, el doctor le dijo, entre otras cosas, que su madre estaba “muy chunga”, y en la segunda, que si no estaba contenta en el centro que se llevara a su madre a otro.

Empatía, cero; autocrítica positiva, cero. En el momento que digas algo que no les gusta oír, ya está el lío formado. La página web de dicho centro invita al ingreso inmediato. Todo es maravilloso.

En cuatro meses, las uñas de mi familiar no se tocaron, la familia se encargó.

Desde que la levantaban hasta que la acostaban estaba en silla de ruedas. ¿Cuántas horas en la misma posición?, ¿es suficiente un cojín antiescaras? Las sillas carecen de apoyo para la cabeza. Es una parte pesada del cuerpo. A lo largo de todo ese tiempo acaba colgando a un lado u otro, adelante o atrás. ¿Algún responsable comprobó lo que significa eso? ¿Se han sentado a esperar que pasen las horas? Mi familiar estuvo así un día detrás de otro.

Fui a visitarla todas las semanas. Lo que vi a lo largo de los cuatro meses que duró el ingreso dentro de las salas de este geriátrico está tristemente a la altura de las pinturas más oscuras de Goya.

Protocolos a cientos, pero, mientras se leen, no queda tiempo para dar de beber al sediento.

En la madrugada del 26 de enero de 2024, mi familiar dejó de sufrir. Avisaron a las 4.30 de la madrugada. Dijeron que había muerto a las 2.00. Hasta las 10.00 de la mañana, ya en el

tanatorio, no pudieron ver su cuerpo. A día de hoy, no saben la causa de la muerte. En ningún momento les advierten de empeoramiento alguno. El certificado de defunción sigue sin aparecer.

Me he hecho muchas preguntas estos días. ¿Se puede llegar a banalizar la mala praxis con los débiles y dependientes? Parece que hubiésemos entrado en una era de especial deshumanización. ¿Existe la inspección de estos centros subvencionados? ¿Tenemos acceso los perjudicados a estas actas de inspección?

Tenía 91 años. Había sido, hasta muy mayor, una mujer fuerte e independiente. De natural optimista. Se puso triste por el cambio. No era para menos.

Cartas

Número de cartas: 45584

Número de cartas en Julio: 45

Tribunas

Número de tribunas: 2069

Número de tribunas en Julio: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador