La Nueva España » Cartas de los lectores » De la palabra a la espada

De la palabra a la espada

18 de Marzo del 2024 - José Alfredo Muñiz González (Salinas (Castrillón))

(A los padres empresarios)

Querido papá, tú me enseñaste a luchar por la honradez, por las buenas causas, por la ética en la vida. Tu ejemplo ha sido mi mejor aliado a la hora de enfrentarme a los conflictos. Desde pequeño me has dado la oportunidad de conocer a los mejores maestros en el arte de la guerra, tus amigos emprendedores, que siempre me trataron como a un discípulo aventajado. Además, me regalaste los recursos para poder enfrentarme al peor enemigo y salir victorioso.

Me diste una formación privilegiada. Tuve el honor de estudiar en la Universidad, aunque no era mi verdadera vocación, terminé la carrera para que estuvieras orgulloso de tu hijo primogénito.

Cuando me concedieron una beca en el extranjero me pareció que tenías miedo a que me alejara. Recuerdo el día que regresé a Madrid, después de once meses en Irlanda. Nada más terminar tu consejo de administración, me metiste en un tren nocturno para llegar a casa cuanto antes. Fue la única vez que viajé contigo en locomotora desde la capital del reino a nuestro Principado de Asturias.

A ti te encantaba conducir, pero habías tenido un accidente de tráfico. El resultado de las prisas fue un siniestro total. Nunca entendí aquella urgencia por regresar, no tuvimos tiempo ni para cenar tranquilos. Tu objetivo era estar al pie del cañón al día siguiente. Siempre eras así, en plenas vacaciones, me pediste regresar para controlar el business. Ocho horas de viaje sin dormir para llegar a casa a las cinco de la madrugada y reincorporarte a la oficina antes de que el gallo cantara.

Recuerdo en una ocasión, me llamaste por teléfono para que preparara un viaje a Londres ipso facto, como si te fuera la vida en ello. Tuve que abandonar mi propio trabajo para acompañarte. No te podía defraudar. Tu empresa era lo primero. Una pena que aquella estancia londinense no diera los frutos deseados. Otro gallo cantaría.

En un viaje a París ocurrió algo semejante, y cuando fuimos a Vancouver, también necesitabas un secretario con idiomas. Incluso en mi época de estudiante universitario, tuve que posponer un examen para ir contigo a Düsseldorf. Y cuando me invitaste a Nueva York y Washington coincidiendo con los exámenes finales... Esa vez rehusé la tentadora propuesta.

Tantos aviones me han forjado un alma de trotamundos incansable. Los aeropuertos son para mí una fuente de inspiración y un momento para escribir mientras esperas el próximo vuelo.

Pueden surgir imprevistos, pero siempre los resuelvo. ¿Te acuerdas cuando nos retuvo la policía en Miami?

Otros colegas pasaron toda la noche en aquella sala, pero mi ángel de la guarda me ayudó a solucionarlo en media hora. Tú estabas orgulloso de verme discutir en inglés ante los yankees con uniforme.

Vivimos momentos felices y tristes. Risas y broncas. Tuvimos conversaciones sensatas y discusiones inolvidables. Una discordia amigable hasta el final.

Mamá siempre dijo que los dos éramos líderes natos, de ahí nuestras guerras. Yo, entre risas, comentaba: "Afortunadamente, la raza mejora con la evolución de las especies...". Aunque como bien sabes quedó una batalla pendiente. Tú decías que todo estaba arreglado: "No busques problemas donde no los hay".

Sé que si vivieras otro gallo cantaría; podríamos llegar a un acuerdo de paz. Sin embargo, desde tu ausencia, he agotado la vía diplomática. Ya sabes lo que reza en mi novela "El testamento del Gallo": "Amiguiños sí, pero a vaquiña polo que vale".

Tú, me preparaste para cuando llegara la hora de la verdad. La bomba de relojería continúa latiendo; y ya está a punto de estallar. Es necesario pasar de la palabra a la espada.

Las relaciones entre padres e hijos siempre son complejas. Lo importante es saber dialogar, negociar, consensuar y llegar a un acuerdo. No obstante, en ocasiones es imposible mantener la paz familiar. Huye de aquellos que desprecien tus ilusiones. Lucha por tus intereses y no te dejes engañar. Hoy en día, hay pecados que se destapan a diario en los telediarios, como el «No robarás»...

Si en el sexto no hay perdón, ni en el noveno rebaja, ya puede el señor llenar el paraíso de paja.

Cada familia es un mundo. Aunque muchas sagas se ven identificadas con mis historias, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Las circunstancias son distintas según el comportamiento del líder ante la sucesión en una empresa familiar.

El monarca: permanece hasta el final, pero desarrolla una actitud solidaria con sus hijos. Supervisa la formación de sus príncipes y les ayuda en su espinoso camino hacia la cumbre.

El gobernador: sabe ceder el testigo, se marcha de la sociedad para organizar una sucesión planificada. Suele emprender nuevas batallas.

El embajador: delega el mando y se preocupa de que las relaciones entre la familia y la empresa sean correctas; impulsa acuerdos, convenios y mantiene un diálogo permanente fomentando la participación e interviniendo solo cuando es necesario.

EL general o dictador: controlará todo hasta el final, llega a despreciar y relegar a sus vástagos, su ley está por encima del bien y el mal. El sistema caciquil funciona hasta la muerte del "gran líder", entonces comienza la revolución y se arma la marimorena.

¡Vivir es urgente! Como sentenció Horacio hace más de 2.000 años: ¡Carpe diem!

Cartas

Número de cartas: 45580

Número de cartas en Julio: 41

Tribunas

Número de tribunas: 2069

Número de tribunas en Julio: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador