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Reflejos umbilicales

18 de Marzo del 2024 - Ismael Almanza Riesco (Pola de Siero)

Nuestro alcaldísimo de Siero parece dispuesto a hacer del ombligo de Asturias el espejo y motor de todo el Principado. Así es como, en un alarde de progresía y emulando a algunas capitales vanguardistas del norte peninsular, se ha lanzado a decorar la puerta principal de entrada a La Pola construyendo carriles-bici de ida y vuelta entre una fila de rotondas de acceso a la ciudad. Es evidente que no se paró a pensar en la inutilidad de tal equipamiento solo por pescar una subvención europea. El resultado ha sido una obra puramente cosmética (por calificarla de modo benevolente) que ha devorado espacio inútilmente, que ha eliminado cualquier rastro de vegetación y que no cuenta con las mínimas condiciones de funcionalidad ni contribuye en absoluto a la movilidad sostenible ya que no conduce a ninguna parte. Ni sirve para desplazarse al trabajo, ni a los centros escolares, ni a hacer la compra, ni siquiera a dar un paseo, pues nadie querrá arriesgar el físico pedaleando entre rotondas en el punto de mayor tráfico de toda la ciudad. En todo el tiempo que llevan construidos (y son ya unos cuantos meses) no he visto ni un alma circulando por ahí. Claro que otra posible explicación es que, como en el caso del famoso "aeropuerto del abuelo", esos carriles no hayan sido concebidos para las bicicletas, sino como atractivo turístico.

Por lo que se refiere a la motorización de la economía asturiana (si es que alguna vez el regidor municipal pensó en esos términos), no creo que el polígono de Bobes sirva en absoluto a tal fin. Lo que ha hecho ese "motor" hasta la fecha ha sido remover miles de toneladas de tierra fértil en la mayor planicie cultivable del centro de la región, cementar y asfaltar una enorme superficie en una zona sobresaturada de polígonos, lo que sin duda causará un aumento de la degradación medioambiental y una saturación automovilística considerable. Pero lo más grave del asunto es que ese polígono se ha construido ex profeso para venderlo (o malvenderlo) a mercaderes del comercio multinacional, que no vienen a generar riqueza, sino a llevársela, previa destrucción de un sinfín de negocios particulares y familiares de Asturias y de todo el Estado, y que se caracterizan por la creación de mano de obra esclava. Se trata de mercaderes extranjeros, norteamericanos para más señas, que por esta operación (¿habrá que llamarla de "libre mercado"?) se van a hacer dueños de una porción del suelo patrio del mismo modo que son dueños del suelo militar que ocupan a orillas del Estrecho. La economía y el armamento siempre han ido de la mano, de la mano norteamericana especialmente. Por muy mal que suene -y no es que yo sea precisamente un fanático de la "una, grande y libre"-, si hemos de llamar a las cosas por su nombre, habrá que decir que esta clase de operaciones constituye la forma más detestable de romper España y venderla a cachos. Nadie parece inmutarse por ello. ¿No sería más recomendable y más beneficioso para la economía asturiana respetar el valor agrario de la planicie de Bobes y dedicarla, por ejemplo, al cultivo de les fabes de Argüelles? ¿Y no sería igualmente recomendable que en el concejo de Siero (como en cualquier otro) se construyera una estación de compostaje del contenido de los contenedores marrones (¡y que expliquen claramente en su tapa qué clase de materia se debe depositar!) para ser utilizado como fertilizante en la horticultura del concejo?

Por último, sería de desear que el regidor sierense, dado el tiempo calamitoso que nos toca vivir, volviera a las señas de identidad que históricamente hicieron grande al concejo: su compromiso con la cooperación al desarrollo, su compromiso con la ayuda humanitaria y su solidaridad con la defensa de los derechos humanos dondequiera que se produzca.

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