Adiós a un restaurante emblemático
Hay lugares y personas que deberían ser eternos. Esta es la sensación que transmite La Taberna del Piano, ubicada en un sitio privilegiado de Gijón y regentada por una familia buena y de trato amable que hace acogedora la estancia de toda persona que por allí pasa.
Aunque no resido en Gijón, soy gijonés y, cuando voy, es parada obligada, desde hace muchos años, ir a tomar el vinín y comer el sabroso pincho de bollu con chorizo que caracteriza a este chigre de los que denominamos de toda la vida.
Allí puedes ver a los clientes de siempre, de varias generaciones, ocupando la misma mesa y haciendo su tertulia, mezclados con personas de todas las edades que dan a este bar un ambiente acogedor y típicamente gijonés. En el gijonismo de sus gentes se podría comparar, salvando las distancias, con lo que fue Casa Víctor en Cimadevilla. Son lugares que dejarán huella.
Les deseo a Jose, Maite, Montse, Vanesa y al personal que allí trabaja toda la salud y la suerte del mundo y que disfruten de la vida que se merecen en recompensa a su dedicación diaria en esa profesión que implica muchas horas. Tanto es así que han hecho felices a mucha gente con su buena cocina y su mejor talante. Es una pena que se vayan, se les echará de menos.
Un saludo para todos ellos.
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