El Principado contra la soberanía fiscal catalana: ¡Huy, qué mieu!
Dice la prensa que el Principado rechaza frontalmente la soberanía fiscal que exige ahora Cataluña. Entre otras razones -según el conseyeru de la cosa- porque ello "supone romper con la solidaridad entre todos los españoles que vertebra España, así como romper con la solidaridad interterritorial que aparece recogida también en la Constitución y que es lo que nos vertebra como nación" (sic).
A fe mía que tarde nos enteramos. Es curioso. En nuestro agónico declive como nación cohesionada, seria y respetable -hace ya veinte años del chupinazo que marcó oficialmente el arranque de un 'tiempo nuevo', de un 'nuevo orden' en nuestro barrio -transitamos de uno a otro tercio del show, pasando por el envenenamiento y la aplasia, para precipitarnos, desde hace poco más de cinco años, en un hundimiento generalizado: económico, político, institucional, social, ético y cultural. Y los responsables somos los votantes con nuestras decisiones ignorantes o viscerales, los partidos que interpretan y/o traicionan los programas que les llevan al poder y que terminan degenerando al ejercer de guardia pretoriana o meros palanganeros de especímenes autocráticos. Y en esa categoría se inscriben muchos supuestos cabezaleros, poquitas cosas, marionetas y marionetos supuestamente autonómicos cuya personalidad, de existir, se ve diluida, desfigurada menguada o anulada por querencias o dependencias de rebaño. De fondo, lo más patético: que el sistema constitucional español -por ingenuidad, imprevisión o aviesa intención de los padres de la patria- viene demostrando penosamente su debilidad, la incapacidad de sus recursos para defenderse solito de los troyanos y la sumisión de los poderes -particularmente del legislativo- al Gobierno.
En este escenario, con la dignidad de España erosionada por sinergias trifuncionales entre mandatos ademocráticos supranacionales, currículos ideológicos enmascarados y metastásicas ambiciones personales, tras tragar y tragar desmanes en todos los ámbitos y escalas, la mayor parte de comunidades autonómicas -solo cuando les tocan sus cromos y parcelitas (a veces ni eso) se debaten vergonzantemente entre desdibujarse con el paisaje, ejercer de camaleones o hacer la pelota y aplaudir de pie o sobre zancos si fuera menester.
Y en este escenario, en nombre de la digna, discreta (por culpas varias, decadente e insignificante) Asturias se dice estar dispuesta a oponerse frontalmente... a las salpicaduras (en nuestro presupuestín) del derrumbe de una nación. Vaya, vaya. ¡Bienvenidos, Pelayos míos, ánimo y a plantar cara según el Manual de la Reconquista. Hasta la victoria final, and beyond.!
Venga, Josimanuel, pon otro culín, ho.
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