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Semana Santa: ¡el gran milagro!

24 de Marzo del 2024 - José Antonio Colao Álvarez (Avilés)

¿Cómo es posible que yo sea tan malo y que Dios me quiera tanto? ¿Cómo es posible que se haya hecho humano por mí? ¿Teniendo en cuenta que el ser humano es el ser más bajo de toda la creación?... Quiero decir que es el más bajo de todos los seres que ha creado capaces de comunicarse con Él de igual a igual. ¡Estoy hablando de extraterrestres, sí! Pero no de hombrecillos verdes de Marte de tebeos de los sesenta. Sino que me parece imposible que si existen un billón de universos (los científicos sostienen que la cifra debe ser mucho más alta, sería de un 1 seguido de 500 ceros), creyendo que este puede ser el más pequeño, sin saber siquiera cuánto puede medir ni aproximadamente, ni dónde estaríamos nosotros respecto a su totalidad. Tan solo sabemos que nuestro sistema planetario, igual que nuestra galaxia, pueden ser los más pequeños de todo nuestro universo, que parece que es el más pequeño de todos los universos posibles. Entonces, ¿cómo no va a haber infinidad de seres muy superiores a nosotros, evolucionados de sustancias desconocidas para nosotros? Siendo así, ¿por qué el Hijo de Dios se hizo tan insignificante?... Por si fuera poco su existencia humana (verdaderamente real y para siempre), se anonadó hasta someterse a los tormentos y vejaciones más inhumanas, hasta agotar su sangre y su vida por nosotros, en muerte merecida solo por los peores malhechores, ¡en ¡muerte de cruz ignominiosa! Y, por si no fuese bastante, se hizo alimento en Jueves Santo, quedando con nosotros para siempre, dándose a comer bajo la apariencia de pan y vino. Reviviéndose su Pasión, de manera incruenta, pero real, en cada consagración de cada misa...

¿Qué "locura" enajena a todo un Dios de esa manera?... Esa locura, se llama amor, y se encarna perfectamente en María: Madre de Dios y Madre nuestra. Por quien el Hijo de Dios, culmina la redención de todo el género humano y de toda la creación, con su Pasión, muerte y resurrección; ahora, solo falta ser aceptada por cada ser humano. Ese es el mayor misterio, que haya personas que no acepten la redención ya ganada para nosotros. ¡Señor, yo quiero aprovecharme de tu redención, la que me has ganado con una generosidad inigualable, digna solo de un Dios loco de amor!

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