"Caso Vinícius", alarma nacional
Emotiva rueda de prensa del jugador madridista Vinícius, que nos puso el corazón en un puño, quejándose y llorando por el racismo que existe en España.
La batería de insultos desatada contra Vinícius (él podría hacer, no haciendo, para que el asunto se suavizara hasta desaparecer, casos de Alves o Roberto Carlos) resulta ofensiva, desagradable y grosera, pero ¿debería ser realmente ilegal?
¿No es el objetivo de la libertad de expresión proteger nuestro derecho a ser insensibles, ofensivos, groseros e ignorantes? Pues no, ya ve, la libertad de expresión es solo libertad de expresión para decir la verdad. Llamar asesino a alguien cuando no lo es no es un derecho.
Claro que a muchas personas solo les gusta la libertad de expresión cuando están de acuerdo con ella; cuando no es así, quieren que la persona sea detenida y multada.
Después de todo, si ser grosero es un delito, estamos a merced de quienes deciden qué significa "grosero", desde la RAE hasta una ONG, pasando por políticos, jueces y policías.
Desde esta perspectiva, ¿es admisible lo que pasa con Vinícius? ¿No puede él hacer nada para revertir esta situación? Yo creo que puede... y debe.
Tomemos como termómetro a la mejor y más fiel afición de España, la del Athletic Club, para recordar que Vinícius, el jugador al que más faltas hacen en Europa, es repetidamente insultado por la hinchada cada vez que visita San Mamés. Y no me digan que es un problema de racismo. Los hermanos Williams van al Bernabéu, la lían y nadie les insulta por el color de su piel.
Recordemos que Bellingham, por celebrar su gol en la Catedral con los brazos cruzados, como ha hecho esta temporada 16 veces en Liga, fue silbado y criticado por la prensa por su supuesta "falta de respeto" con el público.
Recordemos, finalmente, que Benzema, después de hacerles un destrozo el año pasado con goles y juego, fue despedido con una gran ovación con el estadio puesto en pie.
Da para pensar, Vini, que tú, por muy buen futbolista y buen tío que seas, no eres el ombligo del mundo, y, afortunadamente, en tu mano está darle la vuelta a situación tan desagradable y perniciosa, haciendo que tanto los jugadores, entrenadores y árbitros que hoy te sacan del partido como los aficionados que, con el mismo fin, te pitan y te insultan mañana te aplaudan por tu juego espectacular (un regalo también para ellos).
En último extremo, planificado con el entrenador y con el resultado favorable, la próxima falta (que será la octava o la décima) que te hagan en el partido, te diriges al árbitro y le dices educadamente que, en vista de que no te sientes protegido y temes por tu integridad física, abandonas el partido.
Primera consecuencia, tarjeta amarilla; segunda consecuencia, primera plana en todos los periódicos y telediarios del mundo; tercera consecuencia, impacto en el estamento arbitral.
Solo quedaría que tú pusieras un poco de tu parte, celebraras tus jugadas y goles con "tu" afición y te olvidaras de la "otra", que bastante tiene con sufrirte cada vez que coges la pelota y te dedicas a lo que tú sabes hacer como nadie: jugar al fútbol.
Ánimo, Vini, que en España, propaganda aparte, no somos racistas. Si en vez de ser negro fueras blanco y tuvieras un grano en la nariz, tus "haters" te apodarían "el verrugas"... lejos del Bernabéu.
Saludos cordiales.
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