Padres, no hagan a sus hijos autistas
Si los dejan usar el teléfono móvil a edad temprana y cuando ellos lo deseen, les están haciendo mucho daño en su formación como personas; los niños no deberían tener teléfono móvil hasta los 12 años como mínimo y no a su entera disposición, sino un tiempo determinado al día con el consentimiento de sus padres; no deberían llevarlo siempre encima, sino en contadas ocasiones por causas de extrema necesidad, y menos llevarlo al colegio, ¿para qué, para no atender al profesor? Si ustedes no son capaces de controlarlos, esa es su culpa, luego no vengan con que su hijo ya no les escucha, que no pueden quitarles la adicción al teléfono, porque de eso son ustedes los únicos culpables; no busquen el mal en la sociedad de que otros padres lo consienten, que cada uno cargue con su deber y, si no es capaz de controlar la situación de su hijo con 12 años, olvídese. No son ustedes dignos de que merezcan tener hijos, así como se lo digo, con tal dureza; y dirán ustedes: ¿quién es usted para hablarnos así con tanta libertad? Nadie, nada más que un educador social que educó niños y niñas de 9 a 22 años durante 45 años, y algo de experiencia sí que debo tener; sé que los tiempos han cambiado, pero los hijos deben obedecer a sus padres, y esto es lo más importante, que los padres deben ser coherentes y dar ejemplo, esa es la mayor convicción para que nuestros hijos nos hagan caso, no es tan fácil tener hijos y educarlos, pues requieren un trabajo arduo y difícil, por lo que les ruego no sean ustedes culpables de que sus hijos no quieran comunicarse con nadie y se pasen el tiempo metidos en el teléfono; de eso son ustedes culpables. No vayan a comer y en la mesa todos saquen sus teléfonos para ver los últimos mensajes y no se hablen, eso es una vergüenza que en muchas ocasiones he visto; el teléfono móvil tiene un límite, y toda la tecnología es buena bien usada, pero hay que saberla usar, ponerle sus límites, ahí está su función. Si seguimos así, crearemos una sociedad de locos y autodestructiva, cuando el teléfono cuente más que nuestros propios padres, como ya ocurre, y en muchos hogares cuídense mucho de alimentar este gravísimo problema social, se lo dice un educador que trabajó con jóvenes durante 45 años, que es el trabajo más maravilloso de los que hay, ayudar a los jóvenes a ser personas de bien y sensatas, no hay dinero que lo pague humanamente, de lo que me siento muy orgulloso. Gracias, amigos y amigas, por leer mis palabras, que es con lo que puedo ahora contribuir, disculpen la dureza de mis términos, pero lo llevo muy dentro de mí.
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