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Balance de siete décadas

1 de Abril del 2024 - Ángeles Menéndez Muñiz (Corvera de Asturias)

Hoy toca hacer balance de mi larga andadura por la vida. El 14 de marzo cumplí 70 primaveras y lo celebré como cada año hago.

Hay personas a las que no les gusta celebrar o decir la edad que tienen, o incluso se quitan años; como si eso parara el curso de la vida, pero cada cual es cada cual. Para mí es un motivo de celebración, puesto que el mejor regalo es estar viva. A pesar de los años, a pesar de los daños, a pesar de los vaivenes de la vida, a pesar de los tsunamis... aquí estoy, aquí sigo... Mi profesión: resiliente, porque no me queda otra. Gracias a ella aquí sigo contra viento y marea.

Este año, mi vuelta al sol fue atípica. Unas amigas, sin yo saberlo, organizaron una celebración distinta, haciendo de mi cumpleaños un día inolvidable, especial y único. Cuando era más joven todo lo que me regalaban era bien recibido y lo agradecía, porque tenían el detalle de acordarse de mí. Al hacerme mayor valoro mucho más los regalos emocionales:

los momentos compartidos, las risas en grupo, los brindis por la vida, por la amistad y, sobre todo, estar en los malos momentos (para los buenos todos nos apuntamos); todo eso no hay dinero que lo pague.

Con casi todo el camino de mi vida recorrido, al hacer balance del mismo, tengo tanto superávit como déficit. Pienso que la balanza está equilibrada y hay tanto pan como queso.

Momentos buenos, alegrías, ilusiones, emociones, y también penas, tristezas, incertidumbre y decepciones. Rosas y espinas como la vida misma.

Lo que más me preocupa es el futuro de mi hijo Tono.

El tiempo se me acaba y tengo que apurarlo para al menos dejarle cuando me llegue la hora de partir lo más autónomo posible; ese será mi mayor legado para él. Sé que cometí muchos errores con Tono, ningún bebé llega con el libro de instrucciones, y cuando la personita que llega tiene otras necesidades... la cosa es más complicada, porque hay que tirar hacia delante con la personita y librar batallas a diario con la sociedad. De lo que sí me siento orgullosa es de no ver el vaso medio vacío. Por eso siempre lo he apuntado a todas las actividades desde bien pequeño y ahora que es un adulto.

El resultado salta a la vista de todas las personas que lo conocen; si mi pensamiento hubiese sido: "Para qué lo voy a apuntar a actividades que no va poder hacer...", "Va a ser la nota discordante...", "No lo apunto porque igual los demás no se van a sentir cómodos...", hoy Tono no tendría el potencial que tiene, "dentro de sus capacidades".

Siempre he ido con la verdad por delante, tanto cuando comenzó a nadar como cuando comenzó percusión y a los talleres de teatro. Cuando hablé con los responsables de cada actividad a todos les dije lo mismo: "No pido milagros, tan solo pido que participe y sea uno más", "No va a ser un delfín nadando, ni un virtuoso de percusión, ni un gran actor.

Me vale con que esté y dé lo mejor de sí mismo dentro de sus capacidades y, sobre todo, que disfrute de lo que hace y sea feliz." Y Tono ha respondido con creces, ha tapado muchas bocas y disfruta e interactúa con los demás... ¡Como para no estar orgullosa!

También reconozco y agradezco a las personas que están en este círculo porque lo acogieron como uno más y lo mejor... les gusta saber e informarse sobre el TEA. Es sabido que la falta de información aleja a la sociedad de estas personas porque no saben cómo tratar a quien procesan la información de manera distinta a la nuestra. Lo mejor es tratarles como nos gusta que nos traten; apoyarles, pero sin invadir su espacio, y no hablarles todos a la vez porque no les da tiempo a procesar toda la información que reciben. Ellos no están en "su mundo", como escucho muchas veces decir. Que yo sepa, hay solamente un mundo, y ahí cabemos todos.

Tratarles como adultos es fundamental, y eso conlleva que tengan poder de decisión, no pensar por ellos, y darles alas para que vuelen solos, aunque el vuelo sea más o menos corto (depende de la capacidad de cada individuo) es un plus para su autonomía.

Sé que este texto es muy largo porque no solo hablo de mí, hablo de lo que más quiero en el mundo, y ese es Tono. Sin lugar a dudas, el mejor regalo que nos hemos hecho su padre y yo. Tono forma parte inseparable de mí y ambas vidas van de la mano.

Para terminar, dejo el propósito que quiero llevar a término, si me da tiempo. A estas alturas de mi vida voy a llevar a rajatabla el dicho que escucho muchas veces: "No te arrepientas de lo que has hecho. Arrepiéntete de lo que has dejado por hacer". He dejado mucho por hacer... Pero ha llegado el momento de ponerme manos a la obra. La vida se me ha pasado sin enterarme y sin disfrutar de ella como debería haber hecho. Las circunstancias y la realidad de mi vida lo fueron posponiendo. Nunca es tarde y siempre se está a tiempo de vivir a tope lo que me quede de andar por este mundo. Sea como sea, la vida es un regalo. El mejor regalo que nos llega cuando podemos celebrar un cumpleaños más.

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