Estraperlo
Aunque algunos, los que aún quedamos, hayamos conocido lo que era el estraperlo, ignorábamos el origen de la palabra, porque cuando se acuño aún no habíamos nacido. Esta carta se lo hará conocer, y también las implicaciones políticas que las actuaciones de los dos más importantes actores provocaron en la España del año 1934 y siguientes.
En España estaba prohibido el juego de ruleta. Como consecuencia de esa prohibición, era terreno abonado para personas como Strauss y Perlowitz, que decían que habían inventado un nuevo tipo de ruleta y que querían ofrecérselo a Alejandro Lerroux, presidente del Gobierno. Esa ruleta era eléctrica y tenía un botón que permitía al crupier detener la bola donde él quisiera.
Mediante dádivas y favores, Strauss y su socio lograron que Lerroux, conocido por el Emperador del Paralelo, los recibiese.
Lerroux había fundado el Partido Republicano Radical en el año 1908 y lo dirigió hasta las elecciones de 1936, en las que, por el escándalo de las ruletas trucadas, el PRR desapareció
Antes de seguir adelante haré una semblanza del Emperador. Era lo que entonces se llamaba un comecuras; lo que más nos descubre sobre él son discursos como el siguiente: "Los jóvenes bárbaros eran las juventudes radicales".
Strauss y Perlowitz se entrevistaron con Lerroux y llegaron al acuerdo de que este autorizaría la ruleta de ambos mediante una comisión del 25% de los beneficios. Se instaló una ruleta en el Kursaal de San Sebastián y otra en el hotel Formentor de Mallorca. La policía descubrió que ambas ruletas estaban trucadas y las incautó.
Cuando fueron decomisadas las ruletas, sus fabricantes acudieron al presidente de la República, Alcalá Zamora, a reclamar una importante indemnización, y se descubrió el pastel. Lerroux argumentó que nadie podía demostrar su participación en el asunto, pero el Presidente le retiró su confianza y tuvo que dimitir.
El lector podrá comprender las consecuencias de las ruletas trucadas sin más que buscar el resultado de las elecciones generales del 16 de febrero de 1936.
Alfredo Sancho Cavo
Madrid
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