Si vienes a verme al HUCA, por favor, tráeme fruta
Acabo de salir de la planta de Oncología del Hospital Central Universitario de Asturias (HUCA) y siento una inmensa gratitud por el trato del personal sanitario. Pero la carta no va de eso, sino del enfado y frustración que siento por la comida recibida durante mi estancia.
Se habla mucho de la importancia de una buena alimentación para la efectividad del tratamiento contra el cáncer, aplicable también a otras dolencias. Si es así, ¿por qué no tengo esa sensación?
Entiendo la complejidad de las dietas para un gran número de pacientes muy diversos, pero no se solicita un plato de estrella Michelin. ¿De verdad hay que comerse una tortilla dura y seca o croquetas de pescado imposibles de tragar? ¿Es aceptable que no pongan fruta, al menos, una vez al día? ¿Es tan difícil hacer una dieta equilibrada y mínimamente apetecible?
Para mí tiene gran importancia el tema del azúcar. El primer día comenté que no quería tomarla, ya que para mi enfermedad no es recomendable. Pues fue imposible. Desde el primer día me trajeron galletas, mantequilla y mermelada como única opción en desayunos y meriendas, y un postre dulce en la mayoría de comidas y cenas. Solo conseguí que el personal sanitario, por su buena voluntad, me consiguiera pan, yogures y alguna fruta, y tenía la sensación de que se trataba de estraperlo.
Por favor, mejoren la alimentación. Estoy convencida de que todos los pacientes, que bastante tienen con estar ingresados, lo agradecerán. Y, mientras tanto, si van a ver a un enfermo, llévenle fruta o algo de comida casera.
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