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El precioso Ribatejo portugués

22 de Mayo del 2024 - Ángel García Prieto

“El campino se pone trajes chillones,

alza una vara en la mano, el cetro de su

majestad, el símbolo de una grandeza

hecha de gracia y valor”

Miguel Torga

Situada en el centro de Portugal, la región de Ribatejo hace frontera con el sur de la Beira, el Alto Alentejo y Estremadura; su cercanía a Lisboa le da a sus tierras un privilegio de comunicaciones y el río Tejo –Tajo, en español- pone un marchamo distintivo en su geografía, sus medios de vida, sus costumbres y su arte.

Se trata de un rico territorio en manifestaciones tradicionales y artísticas; el río es su corazón, navegando siempre entre pueblos blancos, paisajes verdes de "lezíria", esas tierras bajas, con aluviales, islas, albuferas, en las que pastan los toros bravos y los caballos de raza y donde también hay amplios cultivos de cereales. Más al norte ha pasado la corriente fluvial dejando los "bairros", que son suelos calcáreos y arcillosos con olivos, vides e higueras. Por último, también están, al sur, las tierras menos productivas de la llamada "charneca".

Son tradicionales las "cheias", las inundaciones, que causan problemas, pero tienen la contrapartida de augurar excelentes cosechas por la fertilidad que les acompaña. Ahora con las presas españolas y portuguesas se controla mejor el caudal del Tejo, pero hubo inundaciones catastróficas, la más grande que se recuerda es la de 1876, en la que el río subió, en las Portas do Ródão, nada menos que veintiséis metros por encima del nivel habitual. Pero las "cheias" habituales se cantan como una bendición.

Sumario: La belleza de una región situada en el centro de Portugal

Destacado: Se trata de un rico territorio en manifestaciones tradicionales y artísticas; el río es su corazón, navegando siempre entre pueblos blancos, paisajes verdes de "lezíria"

Sus muy presentes toros y caballos están cuidados por los "campinos", campesinos que visten con medias blancas, calzones negros, un "colete encarnado", chaleco rojo, que da nombre a sus populares fiestas de verano y se tocan la cabeza con una birreta verde que cae por un lado de la cabeza. El grupo de toro, caballo y hombre es el orgullo y el principal tema del folklore, con las "toiradas", la virilidad y la gallardía.

Ante esta vida agrícola y ganadera no se debe olvidar que el río también está lleno de vitalidad en su propio caudal y por eso es surcado por los tradicionales "varinos", barcos de transporte con dos velas triangulares, veinte o treinta metros de eslora y una proa elevada parecida a la de las góndolas venecianas.

El Ribatejo, "ribera del Tejo", se articula alrededor del río principal que le da nombre, pero hay que tener en cuenta además que en pleno centro de la región, en la villa de Constância, le llega al Tejo su principal afluente, el Zézere, que ha recorrido doscientos kilómetros de amplia cuenca. A su vez el río Nabão se une al Zézere en su orilla derecha, después de pasar por la histórica y bella ciudad de Tomar, que fundó Gualdim Pais (1118-1197), Gran Maestro de los Templarios, al construir un castillo en 1160. Hoy el lugar ha llegado a convertirse en una localidad de cuarenta mil habitantes. Tras la desaparición de los Templarios, el castillo pasó a ser sede de la nueva Orden Militar de Cristo, y con el paso de los siglos se fue llevando a cabo, dentro de la fortaleza, la construcción de un convento románico, gótico, manuelino, renacentista y barroco.

Este Convento de Cristo pasa por momentos de gloria, cuando el infante Don Henrique el Navegante en el siglo XVI lo enriquece con una nueva ampliación y la ventana de la sala capitular, Janela do Capítulo, que llega a considerarse el mejor ejemplo del estilo manuelino. Siglos después se va degradando tras la confiscación estatal de los bienes religiosos, pero en el primer tercio del siglo XIX comienza a rehabilitarse, para ser en la actualidad un conjunto monumental declarado por la Unesco Patrimonio Mundial.

Tomar tiene también otros polos de atracción, como es la fiesta veraniega de los Tabuleiros, dedicada al Espíritu Santo -que se celebra diez días en julio cada cuatro años-, llena de tipismo y una de las más célebres de Portugal. En su agradable centro histórico, con calles peatonales de coquetería portuguesa, como la rua de Serpa Pinto, con su viejo café y varias casas de dos plantas, con detalles típicos decorativos de azulejos y con ventanas de balcón y parapeto. Se puede ver también la sinagoga de estilo renacentista; la iglesia de São João Baptista, gótica con una portada magnífica, frente al bonito Ayuntamiento y la estatua de Gualdim Pais, en medio de una plaza de equilibrada elegancia y con pavimento de adoquines dibujando el suelo.

Junto a Ponte Velha hay un precioso palacio, con la capilla de Santa Iria, renacentista, azulejada y con pinturas murales. El acueducto de los Pegões, con ciento ochenta arcos construidos en el siglo XVII, venía a ampliar las posibilidades industriales y agrícolas de un extendido y curioso sistema árabe de norias gigantes para aprovechar el caudal del río Nabão, del que se puede ver una de esas norias en el jardín público que ocupa una isla de este río frente a la zona céntrica e histórica.

La ciudad de Abrantes dista unos pocos kilómetros de Tomar hacia el sur, está situada en la falda de una colina de la orilla derecha del Tejo y la corona su castillo, que tiene unos jardines deliciosos, muy bien cuidados, llenos de flores, y ofrece una vista del río y del paisaje amplio del entorno, muy similar al de las célebres Portas do Sol de Santarém. Para llegar a ese mirador hay que subir unas calles estrechas que recuerdan a los pueblos blancos andaluces, con abundante decoración de flores y paredes encaladas

En un cercano islote del Tejo, rocoso, arbóreo y de forma oval, con trescientos metros de largo y ochenta de ancho, está el Castelo de Almourol, situado en esa isla de Praia de Ribatejo, cuya mejor vista es desde el lugar de Tancos. Es un castillo de dimensiones pequeñas, de sillares de granito, con una planta de alturas distintas por la irregularidad del suelo de la isla, con una torre, almenas y saeteras. Hay varias leyendas, con cristiano, moro y bella princesa incluidos, que tratan de hacer aún más mágico el paraje de sorprendente fascinación de este norte ribatejano.

También quedan por subrayar la ciudad de Santarém, la Casa Museu dos Patudos en Alpiarça, la villa de Golegã y otros lugares inolvidables; pero para ellos se necesita al menos otro artículo… que podemos dejar para el verano.

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