Recuerdos guais

7 de Abril del 2024 - Fernando Vijande Fernández (CASTROPOL)

En el año 1968 yo tenía unos pantalones de campana verdes. Igual que Lina Morgan con su vestido, yo tenía unos verdes y también tenía los verdes y también otros verdes. Estos pantalones eran usados y fueran de los hijos de José Ramón del Valín, (médico psiquiatra que vivía en Vigo). Por la mañana, con la luz del sol, eran verde claro, y por la noche, verde oscuro. En el pueblo no estaban asfaltados los caminos y teníamos que caminar saltando de piedra en piedra para no pisar la "lama" que los cubría. Tenía el cuidado de llevar un par de pinzas de madera de tender la ropa y salir hasta la carretera con la bicicleta y con los tobillos al aire, porque, si no, la campana de los pantalones se convertía en una aspiradora.

Desde mi pueblo me acercaba al bar Leandrín de Vegadeo para ver el festival de Eurovisión, que ganó Massiel con el "La la la".

La televisión llegó a mi pueblo en los primeros años sesenta. Emeteria y Ramón tenían un chigre y un día vino un técnico con la televisión, subió al tejado con la antena y daba órdenes desde arriba: "¿A ver, cómo se ve?". Nosotros le respondíamos: "Nada, no se ve nada". "Voy a mover para la derecha, ¿ahora?". "Bueno, se quiere ver algo, pero con rayas". Estuvo probando en varios sitios y moviendo la antena a la derecha y a la izquierda, pero no consiguió coger ni la señal de Santiago ni la de Oviedo.

Al final, después de cambiar varias veces la antena de sitio, donde mejor se veía era en el centro de la carretera, pero no, no era posible dejarla allí. Consiguió más tarde verse al colocarla encima de un caseto al lado de casa.

Al día siguiente fuimos ver la televisión y, claro, después de encenderla no veíamos más que rayas. Pasado un tiempo apareció la carta de ajuste un buen rato y después creo que un concurso llamado "Cesta y puntos", presentado por Daniel Vindel. No había más televisión que la primera cadena, la segunda cadena tardó años en llegar y además era de tipo cultural y no fuera que con tanta cultura nos volviéramos contra el régimen de Franco. Además tú ibas a ver la televisión y era la uno, la televisión.

El televisor pasó a ser un elemento importante en las casas. Había un "status" social en los pueblos, gente que tenía televisión y gente que no la teníamos.

El televisor se colocaba en el mejor sitio de la casa. Generalmente en la sala, encima de un tapete blanco de ganchillo con ribetes rojos y se cubría también con una media colcha del mismo ganchillo. Se protegía como un bien muy preciado.

En esa televisión del bar del pueblo vi por primera vez llegar a España a un grupo musical, los "Beatles", que el presentador del régimen llamaba "melenudos y degenerados". Eran como los influencers de hoy en día, no teníamos posibilidad de darles un like, pero los imitábamos y los seguíamos en algunas revistas y periódicos (no había redes sociales). La verdad es que cuando estuve en el Cavern Club en Liverpool, me gustó, tomé una pinta, pero mi imaginación lo había magnificado.

Bueno, pues hoy los influencers hacen acciones o retos absurdos que pueden ser perjudiciales para ellos o para sus seguidores en TikTok y otras redes.

De la música que aparece en las redes la que más me gusta es el reggaeton. Si quieres componer una canción tienes que buscar palabras que rimen, por ejemplo amor con ardor, dolor con fulgor, etc. Por ejemplo:

"Quiero meterme en tu cuerpo

Sentir suavemente tu aliento.

Liberar tu mente del pudor

Y que sientas todo mi amor".

Eso antes no lo podíamos decir. Estaba prohibido. Se lo podías decir en voz baja a una chica, pero cantarlo no podías.

A mí también me gusta bailar el reggaeton. En Dance, en el gimnasio en Ribadeo, nos ponen a un tal Camilo que canta reggaeton y tienes que bailar como si tuvieras el cuerpo "desamañado", derrengado, como sin ganas, como si no pudieras y al mismo tiempo cantas comiéndote la última sílaba de cada palabra como hacen Rosalía o Shakira. Vamos, que si lo haces así lo bordas. ¡Qué bueno es a mis sesenta y diez años conocer estas cosas!

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