Al irrepetible Paco "el panadero"
Mañana de abril, gris, muy desapacible, parece otoño. Me levanto después de una mala noche, con el corazón en un puño, pues me había acostado con la peor de las noticias: mi gran amigo, casi mi hermano, Paco "el panadero" ha fallecido. Persona tan entrañable, tan irrepetible, tan querida... Cuántas vivencias, cuántos recuerdos imposibles de olvidar el resto de nuestras vidas. Esa sonrisa, con la mirada de incredulidad como respuesta a algún comentario, esa cara tan fotogénica, esa pose digna de un gran pintor, como la que en sus primeros momentos inmortalizó el compartido y gran amigo "Galano", las ganas de vivir y compartir bar, mesa y mantel, esa actitud siempre alegre incitando al resto a sumarse a un cantarín que él siempre iniciaba. Esa famosa barra de pan en Porcía, esos pequeños y también largos viajes compartidos. Recuerdo el día que para llegar a Oviedo desde Tapia, tardamos más de doce horas. Las idas y venidas a Vegadeo para el alquiler de vídeos. El estreno de mi primer coche nuevo para el reparto de pan. El viaje a Logroño a la boda de un sobrino, que casi no llegamos a la ceremonia, con el oficiante esperándonos a la puerta de la catedral. Las recriminaciones de la suegra sentada afuera en un banco junto a su queridísima madre Lola, guiñándome esta el ojo en señal de complicidad. Uf... tantas cosas que no habría tinta para narrar. Allá se nos fue nuestro gran amigo, el de la avenida de su propio nombre, grabado en mármol y colocado en su propia calle dos veces, las mismas que retiraron. Algunos no entendieron la picardía de los habitantes de esta majestuosa villa en la que tú tuviste la suerte de nacer y el placer de vivir. La que tanto amabas.
Tuviste una intensa vida, pues ya desde tu niñez, la muerte prematura de tu padre te obligó a incorporarte al trabajo mucho antes de lo previsible. Esto también supuso que continuaras tus estudios de Bachiller de forma más lenta, escalonada; haciéndolo compatible con el trabajo y compartiéndolos con varias generaciones de alumnos, las cuales, todas te recuerdan con el mayor afecto y cariño, como si fueras un padre para ellos. Ese afecto también era compartido por todo el profesorado. Otro trance muy difícil y duro para ti fue el fallecimiento de tu querida esposa, Reyes, inolvidable para todos, incansable a pesar del mucho trabajo que tenía, siempre con ganas de reunión y celebración en vuestra casa, siempre positiva, sin escatimar en nada. No solo dejáis huérfanos a vuestros maravillosos hijos, sino también a todos nosotros.
A pesar de tantos avatares, siempre tuviste tiempo para todo y todos, los amigos, el deporte, la playa, el chiquiteo, los carnavales, los cantares, el mus y un largo etcétera. Todo lo afrontaste con optimismo y alegría. Allá donde ibas, hacías piña. Cuántos amigos también dejas en "ese Gijón del alma". Muchas veces, cuando llegabas tarde para comer, como disculpa le decías a tu madre: "Tuve con Servandín falando de fincas y tomando un vino". Esto es solo una pequeña anécdota más de las muchas que podría contar.
Paco, eres inmortal, pues vivirás para siempre en nuestras memorias y en nuestros corazones. Aunque nos dejas bastante solos y muy consternados, las vivencias compartidas serán únicas irrepetibles e inolvidables. Allá donde estés, recibe un fortísimo abrazo de este amigo y de toda la comunidad. Hasta siempre.
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