Echar un pitu

8 de Enero del 2011 - Juan Duyos

Leo en la primera página de LA NUEVA ESPAÑA que en un bar de Colloto, situado en la calle Luis Suárez Ximielga, dos mozos fueron denunciados por negarse a apagar sus cigarrillos. La denuncia fue presentada por la propia camarera del local, que alertó al 112 de que unos clientes estaban fumando en el interior, sin atender a su petición de que dejasen esa práctica recientemente prohibida por la ley. En seguida se presentaron los agentes de la Policía Local, que pidieron los datos personales a los jóvenes a fin de imponerles una sanción administrativa. Sucesos como éste han sido constantes en estos primeros días de aplicación de la ley.

Colloto me trae buenos recuerdos, ya de rapaz me llevaba mi padre alguna vez al bar de Ximielga, que además de buen chigrero era el alcalde, y que precisamente hoy da nombre a la calle donde está el bar de los fumadores denunciados. Si Ximielga levantara la cabeza sería el primer sorprendido de los tiempos de persecución implacable que padecemos. Además, en Colloto estaban la golosa fábrica de Coca-Cola, que ahí sigue, y la de la agria cerveza El Águila Negra, de la que sólo queda el edificio en ruinas. También influye en esos buenos recuerdos el hecho de que por aquellos años era seguidor de las aventuras del vaquero asturiano Pim Coll'Otto, del recordado genial dibujante Alfonso Iglesias.

Subtítulo:El fumar se está convirtiendo en un acto de rebeldía

Destacado: El escuchar la exhortación de la ministra de Sanidad a delatar a quienes incumplan la norma hace que nuestra capacidad de asombro no decaiga

Creo que el fumar se está convirtiendo en un acto de rebeldía, ya lo veo como un acto contestatario frente al Gobierno opresor. Y, como siempre hay gente que apoya cualquier iniciativa por extravagante que ésta sea, anda por ahí un llamado colectivo Facua de fuerte vocación estalinista, autodenominado consumidores en acción, que presume de haber canalizado más de 1.000 denuncias a través de su página web, y persigue a los fumadores como si fueran herejes de una nueva religión laica y estatal. El escuchar la exhortación de la ministra de Sanidad Leire Pajín a delatar a quienes incumplan la norma hace que nuestra capacidad de asombro no decaiga. Y es que, con tanto cuidarnos y protegernos, están consiguiendo que echar el humo del tabaco por la boca se convierta en una especie de rito libertario, y sea como una bocanada de libertad individual.

Vivimos en un país eminentemente turístico y de servicios y, al mismo tiempo, en el de la ley reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco más restrictiva y prohibicionista. Y se les ocurre promulgar esta ley en plena muy difícil situación económica, que afecta especialmente a los que vivimos del turismo. Una ley que es exagerada y desproporcionada es injusta.

Me acuerdo de aquella canción de Víctor Manuel «Yeren dos guajes» que hacía referencia a dos pastores que «baxaron del Puertu Tarna a Xixón a ver el mar, y unu dixo que con tanta humedá apetez mexar, y pusoyos una multa de 25 pesetes un policía municipal por verter aguas en la playa de San Lorenzo junto a la Escalerona».

Yo no fumo, pero al ver tantas nubes y tantos nubarrones se me apetece de manera irrefrenable echar un pitu.

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