Volver para sentir como antes
Eso cantaba Carlos Gardel, ahora ya casi nadie recuerda aquel tiempo. Estos días atrás los tractores salieron a defender ese mundo que nos alimenta y que nos ofrece su agua y su oxigeno -perdón, vino y cerveza también-, pero a mí me trajeron a la memoria aquel tiempo en que ni tractores ni cosechadoras habían llegado hasta la finca del abuelo, era el año 50. Allí pasaba algunos de los mejores días del verano, lejos de la imponente Barcelona. Las labores del campo se hacían a mano, y mis parientes me dejaban participar.
Ir a segar con los segadores, que se reservaban la guadaña, pero te enseñaban a coger la hoz y dar tu primer tajo con supervisión, luego se hacían hatos y se echaban a la galera; esa parte la compartía con las mujeres. Más tarde, con la mies extendida en la era, te podías subir al trillo para desgranarla tomando las riendas de la mula. Toda una aventura, mejor que los caballitos de feria y los autos de choque; después lanzar al viento el resultado con una horca para separar la paja del trigo. Un niño de ciudad aprendiendo a coger ranas en la acequia, o a cazar murciélagos con una boina, a subir a la higuera o al fácil melocotonero por una sabrosa recompensa, a jugar con el ternero o la pequeña ovejita, o a amasar tu primer pan y meterlo en el horno con una pala más grande que tú y saborear su magnífico olor. A soñar con el viento en los álamos por la tarde, o con la luz de las luciérnagas en la noche. Ahí me paro, porque casi me emociono.
Si, se ha abandonado al campo. La gente de los pueblos se fue viniendo a las ciudades, especialmente los jóvenes para estudiar o trabajar. Ahora el campo nos avisa: "Bos dejasteis, pero vais a tener que volver". Tarde o temprano habrá que prescindir de absolutamente todo lo que contamina, aviones, coches, fábricas, tabaco, guerras, bombas atómicas... inmoralidad, violencia, deshumanización... y volver a la vida natural para sobrevivir, o... vivir de verdad. Aunque de momento el campo se está cubriendo de placas solares, así que habrá que confiar en que quien hizo la Tierra no va a fracasar. "Y en la parte final de los días... tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas... se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar" (Miqueas 4:1-5).
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