Nuestro dinero
Cada vez resulta más complicada la cuadratura del círculo en las cuentas públicas.
Los grandes servicios públicos, educación, sanidad, justicia, se ven desbordados e intentan, cada uno con sus acuciantes problemas, hacer lo que pueden con los escasos recursos que se les conceden en los presupuestos.
Educación asimilando el tramo de 0 a 3 para posibilitar la conciliación familiar y personal, una digitalización imprescindible de un alumnado social, cultural y étnicamente plural, una nueva Formación Profesional acorde con las exigencias del mercado de trabajo.
Sanidad enfrentándose al envejecimiento de la población y a un incremento de las tecnologías y soluciones médicas, es decir, a una industria médica, cada vez más costoso.
La Justicia también se ve desbordada ante la búsqueda del pleito judicial como única respuesta frente a la falta de soluciones en otras instancias y a su también imprescindible digitalización.
De las grandes obras públicas, para qué hablar en Gijón, con un vial de Jove condenado a seguir convirtiendo la zona oeste de la ciudad en un punto rojo en el mapa de la contaminación. Una estación intermodal que continúa durmiendo el sueño de los justos, un metrotrén cuyo túnel, viendo la deriva de la coyuntura internacional, podría rentabilizarse convirtiéndolo en refugio antinuclear y vendiéndolo al metro cuadrado en cómodos plazos.
Ironías aparte, la situación no es buena, por no decir que es manifiestamente mejorable, y mientras los impuestos no dejan de subir.
Ahora iniciamos la campaña de la renta al tiempo que pagamos el IVTM, vamos preparando la cartera para el próximo IBI y pagamos a diario cada uno de nosotros decenas de euros en IVA y otros impuestos indirectos como el que grava los carburantes.
Y, después de todo este esfuerzo fiscal, básicamente de las clases medias, resulta que no hay suficiente retorno, que no tenemos, como sociedad, dinero para nada.
¿Dónde está entonces nuestro dinero?
Una respuesta posible sería que el sistema está perdiendo aceite, como los motores mal mantenidos. ¡Por dónde se está perdiendo! Dónde están la causas para que nuestra sociedad esté notando esa falta de potencia a la hora de pisar el acelerador, una falta de potencia cada día más obvia y preocupante.
Sumario: Adónde va a parar lo que pagamos con nuestros impuestos
Destacado: Después de todo este esfuerzo fiscal, resulta que no hay suficiente retorno, que no tenemos, como sociedad dinero, para nada
La mal llamada clase política se está convirtiendo, posiblemente, en el problema en vez de en la solución. ¿Es necesario mantener diecisiete estados dentro del Estado español con todo lo que ello implica de gasto y de desgaste? Hay varios presidentes autonómicos, con el de Cataluña al frente, que tienen un sueldo mayor que el del presidente del Estado, llegando a estar cerca de triplicarlo en algunos casos. De ahí para abajo, gobiernos, consejeros, parlamentos, etc., etc., echen cuentas.
También, claro, campañas electorales, financiación de los grupos resultantes de las elecciones y sus aparatos, empresas o sociedades públicas muchas de ellas difícilmente justificables en cuanto a sus resultados en cada ejercicio, más allá de aparcar cargos políticos ya amortizados, y de nuevo etc., etc.
¿Existe una hipertrofia del estamento político en España? La respuesta cada día parece inclinarse más por el sí. El modelo del café para todos parece superado en una situación de crisis política global que está siendo utilizada desde la más absoluta deslealtad al sistema que los da cobertura y los está sosteniendo, para continuar con el asalto al dinero de todos.
Si es necesario cambiar lo que todos estos aprovechados, que hablan desde sus púlpitos sostenidos con nuestros impuestos, llaman el régimen del 78, lo que otros quizás más preocupados por la paz y el bienestar de los españoles seguimos llamando el sistema constitucional, no será nunca para entregarles más privilegios a costa del resto de ciudadanos españoles, sino para quitárselos.
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