Paquito

13 de Abril del 2024 - Fernando Vijande Fernández (Castropol)

Los "ratos" (ratones) en mi casa no se quedaban mucho tiempo. Eran okupas ocasionales y no necesitaban un desahucio. No tenían mucho que comer y escapaban a la casa de al lado. Recuerdo que pasaban por las vigas de la cuadra, de pared a pared y por encima de nuestras cabezas.

Cuando estaba acostado los sentía por debajo de la cama corriendo y también en el desván en la parte de arriba. Todos las noches había jaleo y eso sí, si encendías la luz, se callaban un momento, pero, pasado un tiempo, volvían con su correteos nocturnos.

Bueno, el caso es que la gata que teníamos en casa quedó preñada de un gato negro hermoso, que era del vecino de al lado, que venía por nuestra casa a menudo. Mi tía lo echaba de casa, pero, ya sabéis, el instinto sexual y la naturaleza son muy sabios, y el gato negro consumó el cortejo.

A los dos meses la gata de casa parió tres gatos y nos los trajo para la cocina, que era donde ella dormía. De los tres gatos, solamente se logró uno, el más fuerte, y este era de color blanco y negro.

Este gato enseguida empezó a cazar ratones y nos los presentaba en la cocina, como queriendo que los cocináramos. También cazaba saltamontes, topos y ranas. Sabía diferenciar los sapos de las ranas, pues sapos no traía ninguno, ya que tienen veneno en su piel.

Le puse de nombre Paquito, aunque a mi padre no le gustaba, pues este era el nombre de una persona muy conocida en aquellos tiempos y decía que no teníamos que significarnos. Paquito era muy cariñoso y se dejaba acariciar, sobre todo, cuando estaba esperando la espuma de la leche al "mecer" las vacas.

Paquito dejó en poco tiempo nuestra casa libre de "ratos" y yo ya pude dormir tranquilo y sin ruidos por la noche.

Como era muy cariñoso, no se separaba de nosotros y un día que estábamos mi padre y yo haciendo la "payeira" de hierba seca se coló dentro de ella y quedó sepultado sin darnos cuenta.

Por la noche vimos que faltaba Paquito, lo llamábamos y parecía que respondía como muy lejos. Nos acercamos a la "payeira" y se le oía como dentro de ella. Así que todo el trabajo que hicimos durante el día lo deshicimos, abrimos la "payeira" para que saliera y volvimos hacerla, trabajando hasta las doce de la noche.

Pero el destino de Paquito no era morirse de viejo y en la cama como su tocayo, así que un día que yo cogía el Alsa para marchar a León me lo encontré en la carretera muerto, atropellado por un coche.

Paquito cortejaba en la parte de arriba del pueblo a una gata muy presumida y esta le exigía atención todos los días, pero ese día, obnubilado por el amor y el deseo, no miró para los lados y sucumbió atropellado por un Mercedes -Benz de los años sesenta.

A veces el amor tiene un final elegante, trágico y doloroso.

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