Vestido de etiqueta
El señor García-Page siente mucho la política y poco la lealtad. Cuando las cosas se ponen difíciles es fácil sacar beneficio de las teorías, pues aunque no todas son correctas sí casi todas se vuelven brillantes en esas situaciones, y mientras unos crecen otros están dispuestos a dejarse su credibilidad en defensa incluso de lo indefendible por lo que aunque no es una obligación sí es una necesidad para el leal, la lealtad con el único límite de la legalidad. Si el momento político que puede poner al señor García-Page a los pies de sus correctas o incorrectas declaraciones públicas llega antes de que estas consigan situarlo en lo más alto del escalafón político, allí donde los elegidos disponen del pequeño y fugaz privilegio de colocar a los suyos en el lugar que se les antoja, entonces deberá acudir a la oposición para estrenar su nueva chaqueta.
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