¿Por qué agradecer la amabilidad cuando es obligación?
Las muestras de agradecimiento pierden valor cuando se hacen con carácter retroactivo. Sólo son coherentes y logran mantener toda su profundidad expresiva, afectuosa y sentimental cuando se realizan en el acto. Como es algo individual y expresan emociones, el carácter siempre será dentro de la intimidad interpersonal. Al igual que para decirle a alguien que le amas no necesitas airearlo a la vecindad, la gratitud no hay por qué divulgarla, porque haríamos ostentación de sentimentalismos, que sólo pertenecen a quienes interactúan; salvo que lo usemos para otros intereses, que se salen del significado, como por ejemplo contrarrestar críticas.
Se podría interpretar el agradecimiento, cuando alguien se comporta o hace por nosotros, más de lo que su dedicación profesional le marca como competencia o responsabilidad. Por eso en algunas ocasiones me resultan absurdos los halagos públicos a profesionales, colectivos o entidades, que simplemente cumplen su labor. Si les agradecemos que sean amables, estamos considerando que otros o ellos mismos en otro momento pudieran comportarse diferente. Cobran por ese trabajo, es su obligación y exigencia, tienen en este caso los empleados de nuestra sanidad pública un cometido cargado de humanidad, sensibilidad y amabilidad, no pueden actuar de otra forma, si lo hicieran entraría un apartado muy diferente, a ser evaluados y criticados, esta vez sí; la crítica debe ser pública, para que otros no sufran dejadez, desidia, modos y maneras incorrectas de profesionales, a quienes enfermos y familia acudimos a ellos mermados de facultades físicas y mentales, dominados por la situación del momento. Por ese motivo sólo cabe esperar de ellos ayuda, comprensión y humanidad a raudales.
Cuando acudimos a cualquier centro público sanitario los empleados no pueden seguir sintiéndose la parte importante, lo es el enfermo y la enfermedad ¡ahí está el error! Están tan acostumbrados a los halagos y las felicitaciones que viven en un mundo aparte de la sociedad, cualquier obligación suya la interpretan como favor al usuario, por ese motivo no debemos ensalzar su trabajo en demasía. Todos los trabajos conllevan una carga importante de responsabilidad y de compromiso con los clientes y ciudadanos.
Todos sabemos por qué se agradece a estos profesionales el trabajo al que se deben, porque hay tal enchufismo en nuestra sanidad pública que pocos son los que no entran en la rueda de pedir favores en esos momentos tan cruciales y amargos. Tales favores se piden porque, sabedores del funcionamiento del sistema, sólo son atendidos en tiempo y manera aquellos que solicitan preferencia. Las influencias en estos casos no dejan de ser un humillante comportamiento para quienes no tienen amistades entre empleados sanitarios.
Para ponernos en situación: me contaba una vecina que ella cuando acudía al médico le llevaba muchas veces chorizos de casa y de su huerta alguna que otra hortaliza; a la pregunta ¿por qué tiene que pagarle aunque sea en especie a quien sólo cumple su trabajo?, la respuesta fue clara: cuando acudo a ese médico en vez de esperar una hora a mi turno me llama nada más verme o saberme esperando, además de tener otras partidas preferentes. Juzguen ustedes mismos el deterioro del decoro, honor y reputación nos lleva hasta ser comprados por unas simples lechugas.
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