Hacen más ruido, pero se les escucha menos
Es indudable que el talento y el esfuerzo en el mundo deportivo son algunos de los pilares fundamentales para llegar al profesionalismo, pero parece que, para conseguir destacar y llamar la atención de las marcas, de los medios y de todo el mundo se necesita algo más, y es tener los cromosomas correctos.
Estamos viviendo en España un paralelismo futbolístico con la selección masculina de antaño y la femenina actual. Ganaron un Mundial, pero la primera estrella en la camiseta de la Furia femenina tuvo menos repercusión que la masculina, no tuvieron el reconocimiento y la importancia pertinente y la hazaña quedó eclipsada por "el beso".
En el baloncesto estadounidense se está hablando de Caitlin Clark, una universitaria que se ha catalogado como el mayor talento y proyección de jugadora que se ha visto, elegida en la primera posición del Draft de la WNBA, va a cobrar 76.000 dólares. Por contra, el número uno del Draft de la NBA de 2023, Víctor Wembanyama, en su contrato de rookie va a cobrar 12 millones de dólares. Misma hazaña, mucha desigualdad.
¿No es igual de difícil para ambas partes alcanzar la gloria? ¿Entonces por qué el resultado final es tan diferente?
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