La izquierda anima al Gobierno a expropiar
Mientras Irán e Israel hacen ruido en las primeras páginas de información, echamos un vistazo general a la prensa para constatar que el Gobierno tiene un plan para quedarse con su dinero, cualquiera que sea el camino para conseguirlo, porque alguien, mejor si es usted, tiene que hacerse cargo de la locura fiscal en la que estamos metidos.
Los planes del Gobierno para estafar, engañar y, en general, defraudar a los contribuyentes privándoles del dinero que tanto les costó ganar pasan por una legislación despilfarradora, amiguismo, opacidad y corrupción, donde ni usted ni yo tenemos voz ni voto sobre cómo funciona la Administración o cómo se utilizan los fondos con los que contribuimos.
En cualquier caso, nos vemos obligados a pagar demasiado por ocurrencias chulísimas del Gobierno, como subsidios, mordidas, prebendas, comisiones, estado de bienestar, caminos a ninguna parte, tecnologías invasivas y cualquier otra partida presupuestaria que esté contribuyendo al rápido crecimiento de la riqueza de algunos "elegidos", a expensas de aquellos que apenas llegamos a fin de mes; es decir, nosotros, los contribuyentes.
Mientras luchamos por salir adelante y tomamos decisiones difíciles sobre cómo gastar el poco dinero que realmente llega a nuestros bolsillos, después de que los gobiernos central, autonómico y local retiren su parte (más peajes, multas y otras sanciones fiscales), el Gobierno continúa haciendo lo que quiere (más impuestos, acumular deuda, gastar de manera escandalosa e irresponsable) sin pensar demasiado en su país, en la difícil situación de sus ciudadanos, ni en la herencia envenenada que vamos a dejar a nuestros hijos.
Desafortunadamente, en los casi 50 años transcurridos desde que, entre todos, establecimos la democracia, hemos permitido que banqueros, empresas traidoras y burócratas calculadores de cuentas de resultados enturbien las aguas y roben a lo grande, hasta tal punto que volvemos al punto de partida.
Una vez más, tenemos un régimen despótico con un gobernante imperial que hace lo que quiere.
Una vez más, tenemos un sistema judicial que insiste en que no tenemos derechos, bajo un Gobierno que exige que el pueblo siga sus dictados.
Una vez más, vemos, estupefactos, cómo las élites extractivas se lo llevan crudo impunemente.
Una vez más, tenemos que decidir si seguimos marchando hacia la esclavitud o frenamos el paso y damos un giro hacia la libertad.
Estamos viviendo una película de pesadilla financiera, somos los protagonistas, la dirección corre a cargo del Gobierno y el guion es cosa de personajes zurdos en los medios de comunicación afines.
Lea lo que ha dicho Antonio Maestre: "Solo en Madrid y en Barcelona hay 172.000 viviendas vacías, por lo que hay vivienda construida. Lo que hay que hacer es actuar sobre esa vivienda construida. Y si los propietarios no la ponen en tres meses en el mercado del alquiler, el Estado debe enajenarla, quedarse con ella y ponerla en alquiler social".
Si resulta que "enajenar" significa vender, desahuciar, transmitir, donar o heredar, el señor Maestre, ¿qué recomienda al Gobierno que haga con nuestra vivienda cuando dice "quedarse con ella"?
Con más contundencia, aunque en sentido similar, el señor Julen Bollaín dice en la televisión: "Hay una opción que es que, si no sacas una vivienda al alquiler y la dejas vacía, te confiscan la vivienda y la ponen en el mercado del alquiler".
¿Te confiscan? "Confiscar" significa incautar, decomisar, requisar, expropiar, apropiarse, apoderarse, usurpar o embargar, y el único derecho que tenemos los hombres y mujeres a establecer por ley es la propiedad.
La propiedad es, en sociedades libres, el derecho supremo y el fundamento de cualquier otro derecho. La propiedad es su cuerpo, su casa, su tierra, su dinero, su perro, su gato, su coche, etcétera.
Cuando lo piense, tenga presente que no hay derechos otorgados por Dios, así que no cuente con que Dios acuda a los tribunales por usted.
Saludos cordiales.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo