La lista de espera del ERA
Érase que se era una consejera que, aunque no lo era, parecía un poco trilera cuando hablaba de la lista de espera de un organismo llamado ERA.
Así empiezan los cuentos. Este sigue de la siguiente manera: resulta que dicha lista de espera la conforman 2.258 personas. Pero la Consejera dice que le sobran más de 2.000. Porque, oye, como que abulta mucho. Así que la vamos a dejar en 250 personas que, si fueran gramos, son un cuarto de kilo y es algo más digerible. ¿Cómo justifica la increíble lista menguante? Pues verá usted, porque reciben alguna ayuda a la dependencia. Por ejemplo, 910 personas le sobran porque están en una residencia privada. Para la señora Del Arco, esas ya están "atendidas" porque lo pagan "gracias" a la prestación económica del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia. Que esa ayuda en muchos casos sea de poco más de 300 euros y que los centros ronden o superen los 2.000 le debe de parecer irrelevante a la Consejera. Es más que preocupante que los responsables de Derechos Sociales, que tanto dicen caminar en la teoría hacia la "atención centrada en la persona", tengan, en la práctica, tan pobre concepto de lo que supone realmente una atención integral.
Los 250 irreductibles que conforman la increíble lista menguante, según ella, es porque "libremente" han rechazado otras prestaciones y se empecinan en su plaza pública residencial. Tal parece que le molestara. Porque si "libremente" se fuesen a una residencia privada... ¡ya no habría lista de espera! ¡Qué maravilla! Qué gran cosa es el concepto de libertad. Lo mismo le sirve a la presidenta de la Comunidad de Madrid para tomarse una caña que a la consejera de Derechos Sociales de Asturias para dar por atendidos a centenares de mayores y dependientes.
Va a ser que no. Nadie elige "libremente" ir a una residencia pública ni privada. La libertad está condicionada, en este caso, por la necesidad. Pero libremente, los asturianos han decidido a lo largo de la historia luchar por sus derechos. Y fruto de esa lucha se han conseguido conquistas como tener la mayor red de residencias públicas del Estado. Que sea la mayor no quiere decir que sea, ni mucho menos, suficiente. El sector privado, dominado cada vez más por multinacionales y fondos de inversión, está haciendo el agosto con el sector de los cuidados. Es una necesidad y un derecho ser atendido desde un sistema público, con los recursos suficientes para cubrir la demanda existente, en este caso 2.258 personas aquí y ahora. Porque solo desde lo público se puede garantizar a los usuarios una atención de calidad, centrada en la persona, y un empleo con derechos para las trabajadoras del sector. Basta de milongas de colaboración público-privada. Basta de conciertos con los que entienden la salud y los cuidados como un negocio. Basta de externalizar los servicios auxiliares de los centros públicos. Y basta, por supuesto, de autocomplacencia y de maquillar los datos.
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