Y, al fin, Joan Manuel Serrat
En estos últimos días la Fundación Princesa de Asturias ha desvelado el nombre del ganador del premio "Princesa de Asturias" de las Artes: Joan Manuel Serrat. Pocos artistas españoles son más merecedores que él a este premio que, quizá, hace tiempo que debería haberle sido otorgado.
A nadie se le oculta que hay más de un Joan Manuel Serrat. Yo, que peino canas a mis 63 años, soy del Serrat de la primera etapa, de, en realidad, un Serrat efímero, una estrella preciosa y fulgurante que iluminó mi firmamento musical con cinco álbumes lanzados entre 1969 y 1972. Ni antes ni después.
Joan Manuel Serrat entra en la banda sonora de mi vida a través del colegio y, en concreto, con la asignatura de Lengua Española, con el, para mí, mejor álbum de su carrera, el "Dedicado a Antonio Machado, Poeta". Canciones como "La Saeta", "Del Pasado Efímero" o "Españolito" me siguen emocionando profundamente cada vez que las oigo. La velada crítica a un vividor que transmite "Llanto y Coplas", nos hizo, casi sin darnos cuenta, adorar a un poeta como Antonio Machado, a aquellos que tuvimos la fortuna de poder formarnos en un colegio en el que el dogmatismo y la religiosidad asfixiante comunes en aquella época quedaban bastante contenidos a las puertas de cada aula.
Después fueron cayendo en cascada, los álbumes "Mi niñez", los monumentales, "La Paloma" y "Mediterráneo" y, como colofón, "Miguel Hernández", otro maravilloso álbum que puso música y alma al poemario del poeta de Orihuela, en el que, al igual que con el dedicado a Antonio Machado, emociona escuchar temas como "Para la Libertad", "Nanas de la Cebolla" o "El Niño Yuntero". Qué decir de sus otros grandísimos temas incluidos en los álbumes ya mencionados como la mítica "Mediterráneo", "Qué va a ser de ti", "El Titiritero", "Balada de Otoño", "Penélope"...
Confieso que ahí termina, para mí, la carrera musical de Joan Manuel Serrat. Si me preguntan por algún éxito posterior, sinceramente, soy incapaz de nombrar una sola canción y, en cuanto a interpretación, he de reconocer, y estoy seguro de que mucha, muchísima gente que me esté leyendo convendrá conmigo, que su forma de cantar en su segunda etapa, esos gorgoritos extenuantes, malogran sus éxitos de siempre. De hecho, cuando en los programas de televisión o radio se hace mención a esos temas, siempre colocan las interpretaciones originales, no las, como yo digo, "gorgorizadas".
En fin que, como entusiasta de aquel Serrat primigenio que ha seguido conmigo a lo largo de toda mi vida, estoy encantado que haya sido distinguido con este reconocimiento del cual es justísimo merecedor, un premio que, también, contribuye al prestigio de unos premios "Princesa de Asturias" cada vez más reconocidos a nivel nacional e internacional.
José María Rodríguez Valledor
Oviedo
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