Ya lo dijo Campoamor, nada es verdad ni mentira...
Con motivo del provisional retiro de sus quehaceres gubernamentales del señor Sánchez, presidente del Gobierno de la nación, y en apariencia solo presidente de quienes le votaron, cabe hacerse varias preguntas y reflexiones. A ver cómo lo digo: este hombre anunció por carta, y no en el Parlamento, que es donde pienso que debería haberlo hecho, que se iba por un corto periodo de cinco días, a reflexionar si lo que estaba pasando en torno a su persona, y de manera especial a su esposa, merecía el sacrificio de soportarlo en su calidad de presidente del Gobierno.
En nuestro país, a mi entender, tenemos de demócratas lo que un caco tiene de santo, aquella desastrosa guerra civil del 36 al 39 aún dura y perdura, para unos y para otros, y nos dejó marcados de por vida.
Yo, que perdí a mi padre en el bando republicano, y mi pobre madre tuvo que sufrir las consecuencias, como tantas otras entonces, de ser la viuda de un republicano, al entrar los nacionales y durante todos los años de posguerra, siguiendo el criterio de algunos, tendría motivos suficientes para estar a todas horas en la calle con la pancarta en favor de la actual izquierda y en contra de la que ellos denominan "derechona". Pero pienso que transcurridos ochenta y cinco años desde el final de aquella nefasta guerra entre hermanos, ya va siendo hora de pasar página y mirar hacia adelante en pro de conseguir una España unida y próspera capaz de dar solución a nuestros problemas cotidianos y sin rencores y sabiendo entender la democracia sin fanatismos.
Fallecido el dictador se hizo una transición política, nos guste o no, que fue pactada hasta por aquellos que se habían visto obligados a pasarse cuarenta años en el exilio, la aceptaron, pienso yo, quizás a regañadientes, pero lo hicieron con la sana intención de pasar página en el libro negro de nuestra reciente historia. Conseguido eso, con más juicio que fanatismo político, vivimos en democracia cuarenta años, con nuestras luces y sombras, pero caminando hacia adelante intentando tirar todos del carro en la misma dirección pretendiendo construir una España nueva y democrática en la que pudiésemos vivir todos respetando nuestras tendencias políticas y procurando que nuestras necesidades básicas funcionasen lo mejor posible y sobre todo dejar lo más alejada posible de nuestra memoria aquella España negra vivida hasta entonces. Ahora, desde hace más de un lustro, parece que llegaron al poder ciertos iluminados, a mi entender, con más carga de odio y rencor que de mollera sana, y todo aquello que funcionaba medianamente bien empezó a venirse abajo. Se perdieron las formas y el respeto al adversario político; se pretende cosechar votos calumniando y minusvalorando la función y comportamiento del adversario; se recurre a la descalificación personal y familiar y a todo tipo de argucias, más propias de organizaciones, en mi opinión, más mafiosas que políticas, y todo lo que habíamos conseguido se está viniendo abajo; ya nada funciona, uno acude a la Seguridad Social y te ponen en una lista de espera interminable; quienes tienen que recurrir a la justicia se mueren de asco a la espera de ser atendidos; la Administración en general cada vez pone más pegas e impedimentos a los ciudadanos para cualquier tipo de gestión. Se dice que tenemos más funcionarios que nunca antes, y resulta que para todo tipo de trámites la espera y los retrasos están en el orden del día, y a cambio, los políticos lejos de soluciones, nos crean nuevos problemas, pensando más en su pesebre, con perdón, que en el bien común.
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