Más inversión militar, más guerra, más muertes
El Congreso de los Estados Unidos acaba de aprobar un paquete económico de 61.000 millones de dólares de ayuda militar a Ucrania. Dicho de otra manera, más guerra y más destrucción, mientras los fabricantes de armas -principal industria estadounidense- se "forran".
Los muertos los pone Ucrania en una larga guerra en la que se sabe de antemano que la victoria militar frente a Rusia está fuera de su alcance. Zelenski se cierra en banda a negociar con Rusia un acuerdo de paz condicionada a respetar los territorios prorrusos del este y la península de Crimea, que es un punto estratégico de Rusia como lo fuera antes de la desaparecida Unión Soviética y que ya en el año 1783 fue entregada por el Imperio otomano a la Rusia zarista, por lo que reclamar Crimea -dadas las circunstancias- está fuera de lugar.
Olvidamos que los primeros en agredir la zona este de Ucrania fueron los mismos ucranianos cuando dieron un golpe de Estado que destituyó al presidente legítimo Yanukovich en un 22 de febrero de 2014 y dieron muerte a más de 14.000 ciudadanos de la zona del Donbás en las revueltas del denominado Euromaidan y sin que Europa levantara la voz.
El apoyo incondicional de Estados Unidos y de los países de la OTAN a Ucrania bajo el pretexto de una política expansiva de Rusia es una burda propaganda sin rigor histórico alguno, por lo que la pretensión de aumentar el gasto militar responde a una real política expansiva de EE UU sobradamente demostrada en su afán de acercamiento a las mismas fronteras rusas y chinas violando los reconocidos acuerdos sostenidos por EE UU y la entonces Unión Soviética tras la caída del muro de Berlín de no expandirse hacia el este.
Rusia es un país europeo con el que tenemos que aprender a convivir y del que necesitamos materias primas para nuestro propio desarrollo. El bloqueo que por imperativo hemos impuesto a Rusia pretendiendo castigarla económicamente ha tenido el efecto contario. Las materias primas como el gas o el petróleo que hemos dejado de comprar a precios más baratos que los actuales han encontrado otros mercados, por lo que hemos de reconocer que no hemos acertado al seguir los dictados de Estados Unidos. Europa tiene que aprender a tomar determinaciones propias y no ser acólitos de ningún imperio.
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