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Pedrín enamorado

6 de Mayo del 2024 - Fernando Vijande Fernández (Castropol)

Pedrín, de casa del Pastor, a sus 12 años, no miraba solo a sus compañeros, sino también a alguna compañera, y a la que más a Mariví, que también era de su edad.

Un tiempo más tarde, en que la progresión de su mirada se acentuó, decidió que tenía que dar un primer paso y declararle todo lo que sentía por ella.

No sabía cómo hacerlo y requirió de todos nosotros, sus amigos de la infancia, para que le ayudáramos en tan complicada y exhaustiva labor.

En los libros que había dentro de la capilla se encontraba uno que algunas veces lo leía el cura en las lecturas y sobre todo en las bodas. Este libro era el "Cantar de los Cantares" de Salomón y allí encontramos algunas frases que copiamos en una libreta de rayas para que Pedrín se las dijese a Mariví.

Mira, Pedrín -le dijimos-, te hemos copiado las frases que le decía el pastor a Sulamina para conquistarla. Tú, que eres de casa del Pastor, apréndelas de memoria y se las dices a Mariví:

"Cuan hermosos son tus pies en las sandalias. Oh hija de príncipe".

"Los contornos de tus muslos son como joyas obra de mano de excelente cantero".

"Tus pechos son como dos gacelas siamesas que pastan entre los lirios ".

"Tu ombligo como taza redonda que nunca le falte vino".

"Tu vientre como montes de trigo cercado de lirios".

Pedrín estuvo ensayando cinco días y cinco noches y apenas comió, ni bebió, que hasta su madre la pastora se asustó cuando lo vio levantarse con ojeras y salir de su casa sin tomar la leche con pan de maíz.

Pedrín, con una gran congoja que le llegaba hasta la garganta impidiéndole tragar saliva, se dirigió a la escuela recitando mentalmente y de memoria las frases del "Cantar de los Cantares" del Antiguo Testamento.

Se encontró con Mariví al lado de la capilla y, deseando que ese lugar fuera la santificación posterior de su amor, se aclaró la garganta, carraspeó un poco y con voz clara le recitó a su enamorada:

"Mariví, oh, las gacelas se comieron el trigo, se marcharon al monte y no quieren los lirios, tú, hija de príncipe, perdiste las sandalias, corriste con los pies descalzos y los lirios te lastimaron los pechos, los muslos y el ombligo y perdiste una taza para el vino que te regalara el cantero".

Mariví, con sorpresa y estupor, miró a Pedrín y le preguntó: ¿Qué dices, Pedrín?

Nada, Mariví, cosas mías o de Salomón, vete tú a saber.

De Mariví y de Pedrín no sé que fue de ellos.

Cuando vuelva a escribir de ellos seguro que lo sé.

Veinte años más tarde sería difícil explicarle a Pedrín la canción de los "Palacauina":

"Tus ojos, tus ojos son de colibrí / Cómo me sulibeyan / Tus labios, tus labios pétalos en flor / Cómo me sulibeyan / Tus pechos, tus pechos cántaros de miel / Cómo me sulibeyan.

Como le explicaríamos a Pedrín el sulibeyo.

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