A Luis Cascallana
Iba a escribir que hoy no iba a hacerlo sobre política, sobre mi compromiso en la defensa del Estado de Derecho, pero la política está en todo de una u otra forma.
Actualmente, sobre todo, parece que algunos disfrutan humillando, ninguneando y hasta vituperando a otras personas, en la mayoría de las ocasiones, por envidia y por anteponer los intereses partidistas y personales al bien general.
Es por ello que yo hoy quiero escribir -porque, como dice la canción, "pero yo ya no quiero esperar porque el tiempo se nos vuela..."- que hay esperanza, que hay otra realidad: la del reconocimiento al trabajo, a la humildad y a la verdadera amistad de una persona que se jubila después de cerca de 40 años al frente de la Producción de las Fiestas y Festejos y del Teatro Jovellanos de Gijón; me refiero a Luis Cascallana.
Luis, como yo dije siempre, no "es un jefe al uso". Luis trabajó y se desveló durante tantos años por las actividades que desde esas concejalías se organizaron e incluso de otros actos de carácter institucional. Y lo hizo con independencia del partido que gobernara Gijón. Y sin servilismos. Por eso yo escribí al principio que la política siempre se inmiscuye. Pero esta vez como algo positivo: jamás Luis Cascallana se guio por los "colores políticos" a la hora de producir los espectáculos.
Tampoco Luis Cascallana habló de las miserias de algunos políticos que pasaron por el teatro. Nunca.
Luis Cascallana dejará un hueco difícil de llenar y no solo en modo amigo, sino como jefe, como compañero, como trabajador y defensor del buen hacer en el mundo de los espectáculos.
Querido Luis Cascallana, querido pirata de la otra cuenca minera del Nalón: no me equivoqué contigo desde el día en que te conocí. Que tengas mucha salud para disfrutar de tanto tiempo libre del que dispondrás ahora. Que lo hagas, repito, con salud y con el reconocimiento de todos aquellos que lo hicimos, lo hacemos y lo haremos siempre.
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