Nunca pasa nada
Reunión matutina de los desheredados de la fortuna, también llamados pedigüeños, pordioseros, indigentes, parias, menesterosos o, simplemente, pobres de solemnidad, en el parque del barrio, y un titular ocupando todas las portadas: Begoña Gómez, la mujer del Presidente, investigada por "presunto tráfico de influencias".
Coincidimos en que es preferible que Begoña Gómez no haya cometido delito alguno, pero en este supuesto debería ser imputado el director de El Confidencial, Nacho Cardero. Y viceversa, no?
Hablamos de caza mayor (permítaseme la analogía), y en estos casos prima la precisión en el tiro, con las consecuencias lógicas para los "cazadores" que yerran.
Incluso en el supuesto de que acertaran de pleno, nadie garantiza la pieza codiciada. Recuérdense los casos de Griñán y Chaves en los ERES: Setecientos millones, sentencia firme, no han devuelto un euro y siguen sin entrar en la cárcel.
¿Miente quien habla de tráfico de influencias? No necesariamente (depende de su estado mental), pero para el populacho solo son indicios y todo quedará en nada, o en nada quedará todo.
Un locuaz compañero incide en que son indicios, pero también son indicios el doctorado fake del Presidente, Pegasus, Koldo y sus mascarillas, Aldama y sus Ferraris, tito Berni con sus chicas y coca, los Hidalgo y Air Europa, el "hermanísimo", rescates, subvenciones..., y sí, pero no pasa nada. Nunca pasa nada.
Así que mejor no perder el tiempo degradando la vida pública de esta España menguante y sus personajes de comedia, y concentrar todas las energías en facilitar un poco la vida a la nutrida clase baja, compuesta por los disidentes de la desaparecida clase media; por nuestros mendigos de cabecera, los ciudadanos más pobres y entrañables del barrio; por los mendigos itinerantes que te encuentras por todas partes; por los mendicantes tullidos que curran apostados en lugares estratégicos y por los mendigos profesionales que solo salen a currar los domingos y fiestas de guardar a las puertas de las iglesias.
Nos despedimos y voy al bar de la esquina a tomar un café. Oigo a la gente hablar sobre Ucrania, Israel y el Covid. Creen que Ucrania está ganando, que Israel no puede equivocarse y que la pandemia del Covid fue real. No espero mi café, me levanto, pago y me voy.
Saludos cordiales.
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