Los oficios y los jóvenes
Un oficio se puede lucir hoy en día, pero, detrás de este brillo, se vive una pobreza. Soy joven, pescadera y sé de qué hablo. Me gusta muchísimo el trabajo, me resulta divertido y darle al cliente un buen producto neto y preparado para que simplemente lo tenga que cocinar es un placer inexplicable.
He ido al mercado del pueblo a buscar más trabajo, pero bien es verdad que la mensualidad al final de mes no es correspondiente con el trabajo real. Los oficios desaparecen porque no están bien valorados, y este es un tema que lleva cola. Nuestros campesinos saltan a las carreteras para reclamar una cosa que es suya y no hay manera de que los valoren como merecen. Los pescados gordos se comen a los pequeños, nunca mejor dicho.
Así que, si tienes una carnicería, una pescadería o eres un granjero y no encuentras a quién traspasar tu legado, no es porque no haya jóvenes, es porque no está bien valorado. Una persona detrás una mesa, bajo un techo, donde en invierno estará acogida y en verano fresca, cobrará mejor que aquella que está en pleno invierno entre hielo, o aquella bajo la lluvia recogiendo la verdura y la fruta.
Os lo digo yo, que soy una pescadera joven trabajando para pagarme unos estudios, aquellos que me llevarán a trabajar detrás de una mesa.
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